La escuela pública no es capaz de luchar en solitario contra la desigualdad. El entorno está influyendo de manera significativa en el rendimiento académico del alumnado del Archipiélago. El Índice Socioeconómico y Cultural (ISEC) -un indicador que recoge información del nivel educativo de los padres, su ocupación y situación laboral o el número de libros disponibles en casa- determina los resultados educativos en mayor medida que otros aspectos, como el hábito lector, el tipo de convivencia familiar, el sexo del estudiante, el nivel de absentismo, la satisfacción con el centro o el clima escolar.

Es una de las conclusiones a las que ha llegado la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa tras elaborar la primera evaluación diagnóstica entre los niños de tercero y sexto de Primaria de las Islas. El estudio incluye a los 40.593 menores matriculados en estos cursos, ya sea en centros públicos, concertados o privados (estos dos últimos tienen escasa representación en las Islas). Se complementa, además, con una encuesta a las familias que fue contestada por 28.990 hogares (71%).

Los resultados medios de los estudiantes, en todas las competencias, mejoran conforme aumenta el nivel socioeconómico y cultural de la familia. Los estudiantes de hogares con un nivel alto sacan en la competencia en comunicación lingüística hasta 84 puntos más que los de nivel bajo. La brecha se reduce más (69 puntos) cuando se analiza ciencia y tecnología.

Las calificaciones de los estudiantes en las pruebas de evaluación varían también en función del nivel educativo de las madres y de los padres, aunque se observa mayor diferencia en favor del nivel educativo de la madre. No obstante, por regla general, cuando las madres y los padres tienen estudios universitarios -frente a no haber terminado los estudios obligatorios- se registra un incremento medio de 80 puntos en los resultados de las pruebas de sus hijas e hijos.

En este contexto, la agencia cree que sería conveniente que la Consejería de Educación estableciera programas específicos destinados a aquellos centros educativos cuyos estudiantes tienen un bajo nivel socioeconómico y cultural, de forma que se pueda tratar de compensar, en la medida de lo posible, el efecto del entorno.

Además, también propone llevar a cabo, en colaboración con el servicio de Inspección Educativa, un análisis aparte de "aquellos centros que han obtenido resultados diferentes a los esperados según su ISEC", con la intención de plantear a posteriori buenas prácticas que cambien esa realidad.

Por último, el análisis también pone el foco en otro aspecto: el porcentaje de alumnado repetidor. Las diferencias entre quienes han repetido y quienes no "van de los 70 a los 102 puntos" y aparecen tanto en los resultados de los estudiantes de tercero como en los de sexto. Es decir, repetir no garantiza, ni mucho menos, que se asimilen mejor los conocimientos o las habilidades.

"Queda patente que, tal cual se está aplicando esta estrategia, los estudiantes no logran los objetivos y el desarrollo competencial esperado, tomando como referencia los criterios de evaluación y los estándares de aprendizaje evaluables, no está teniendo buenos resultados", se advierte en el documento.

Por ese motivo, la agencia recomienda revisar, también en colaboración con Inspección Educativa, los criterios que se emplean actualmente en las decisiones sobre la repetición de los estudiantes en educación primaria, así como la estrategia de actuación que se sigue con estos estudiantes durante los cursos posteriores a esa decisión.