El "tic tac" del "repacto" se paró ayer sin que se hayan cumplido dos de los puntos más calientes de ese acuerdo in extremis entre el presidente, la vicepresidenta y los secretarios generales de CC y PSC. Los afiliados nacionalistas del Puerto y Arico, al menos los que fueron a las asambleas del jueves y sábado (96 en la ciudad turística y 26 en el municipio sureño), dejaron meridianamente claro su rechazo frontal a la directriz que les imponían desde la Ejecutiva Nacional e insular, si bien cabe plantearse si, de verdad, alguien en CC, por lo menos en Tenerife, pensaba que había alguna opción de que la cumplieran.

Por poco que se indague, la respuesta más reiterada será que no, que era simplemente imposible que CC en el Puerto rompiera con el PP, hiciera alcalde a Marco González (PSOE) y cogobernara con él, así como que los de Arico obligasen a su alcaldesa, Elena Fumero, a dimitir, alzar a su puesto a Olivia Delgado (PSOE) y cogestionar con unos socialistas que los mandaron a la oposición en 2011 cuando ya se daba el mismo pacto regional.

CC encargó la negociación de estas firmadas y seguramente utópicas reconversiones a su vicesecretario insular y alcalde orotavense, Francisco Linares. Lo hizo por conocer bien lo local, aunque, precisamente por eso, era difícil que creyera en su encargo. CC delegó tanto en él que, el pasado viernes, con el aplastante resultado en el Puerto (aunque poco sorprendente, en el fondo), ni el secretario general, José Miguel Barragán, ni el portavoz parlamentario y responsable de la organización, José Miguel Ruano, quisieron hacer declaraciones y remitieron a los medios a lo que dijera Linares. Y Linares habló; lo hizo por elevación y para solicitar a su partido y al PSOE que, pese al reciente "repacto" y la famosa adenda, hagan una especie de "reset" del acuerdo en cascada ahora que los socialistas deben elegir gestora y ante la imposibilidad de revertir situaciones que él califica públicamente como "complejas", pero sobre las que, en realidad, tiene una visión mucho más crítica y clara. Más bien contundente y contraria a los cambios.

Linares ha vivido el dilema de intentar hacer ver que persuadía a unos ediles (no fue por las asambleas) para hacer algo en lo que él no cree. En la Insular remarcó que se esforzaría, pero en su fuero interno, su entorno y en gran parte de CC, sabían lo que había.

Con la portavoz portuense, Sandra Rodríguez, se reunió varias veces para comprobar, con socialistas presentes, que no había cambiado nada respecto a junio de 2015, que las trayectorias de ambos partidos en la ciudad y las decisiones en el último mandato, sobre todo respecto a la deuda y algunas medidas para reducirla, hacían inviable el cambio. Además, hasta la propia Rodríguez ha revelado que los socialistas que asistieron a esas citas admitían que no hallaban razones para la censura a Lope Afonso (PP). El resultado no pudo ser más claro: los militantes ni votaron y, por aclamación, optaron el jueves por quedarse como están, aunque se darán de baja si expulsan a los cuatro ediles portuenses de CC. Una expulsión que, por cierto, ya no tiene clara ni el propio Linares.

Sobre Arico, el "negociador" contactó inicialmente con el coordinador de CC en el Sur, Jonhatan Fumero, quien, como Rodríguez y hasta Linares, advirtió de lo que ese cambio podría suponer en la comarca para los intereses nacionalistas en 2019 con un PP comiéndoles terreno y un PSOE sureño fuerte. Un riesgo que aumenta si finalmente expulsan a los 7 ediles de Granadilla que votaron la ya célebre censura. Con todo, el sábado fueron 26 afiliados ariquenses a pronunciarse y todos votaron en contra de la adenda.

Lo más rocambolesco, o no, pues varios en el PSC lo han dicho (Abreu, Matos...), es si Clavijo, por más que lo niegue, impulsó esa censura por medio de Rosa Dávila y Carlos Alonso. El PSOE no quiere ni pensar que CC firme adendas para incumplirlas, pero la sensación general es que esa firma nació moribunda y a algunos les dio casi risa negociar ciertas quimeras.