El pesquero "Oleg Naydenov" cumplió ayer cuatro semanas hundido al sur de Gran Canaria a 2.700 metros de profundidad, desde donde sigue vertiendo 240 litros diarios de fuel al mar, en un lento goteo que Fomento confía en taponar en breve, pero que, entre tanto, tiene en vilo a las islas.

El arrastrero ruso, todo un buque factoría de 120 metros de eslora, estaba a punto de salir del puerto de La Luz el 11 de abril con 1.409 toneladas de fuel en sus tanques cuando sufrió un fuego a bordo que resultó incontrolable, lo que llevó a las autoridades a remolcarlo a alta mar. Tres días después, en la noche del martes el 14 de abril, se hundió 27 kilómetros al sur de Maspalomas.

El incidente no solo ha vuelto a abrir el debate sobre cómo actuar ante una emergencia de ese tipo, sino que ha generado preocupación en dos frentes: su impacto sobre una de las zonas de mayor biodiversidad del Atlántico y su potencial daño a una industria, el turismo, que cada año atrae a las islas a más de 11 millones de personas y que tiene en Maspalomas uno de estandartes.

Aunque los vientos Alisios (del nordeste) y las corrientes han alejado la mayor parte del vertido inicial hacia el océano, Gran Canaria ha recibido en sus costas restos de fuel, que han alcanzado varios puntos del litoral protegido dentro de su Reserva de la Biosfera, desde la punta de Maspalomas hasta la playa de Güigüi.

El dispositivo de vigilancia desplegado por el Ministerio de Fomento y el Gobierno de Canarias supervisa a diario fundamentalmente el área del hundimiento y la costa suroeste de Gran Canaria, pero sin descuidar las aguas situadas al sur de Tenerife y de la isla de La Gomera, para prevenir la posibilidad de que, por efecto de los remolinos oceánicos y los vientos, parte del vertido derive hacia esa zona, algo que por el momento no se ha producido en ningún momento.

Sin embargo, tanto Ben Magec-Ecologistas en Acción, como el profesor de Contaminación Marina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Jesús Cisneros consideran que existe un problema importante que aún no se ha abordado: la repercusión de los vertidos sobre la cadena trófica y la seguridad alimentaria.

El experto de la ULPGC y también el principal colectivo ecologista canario se lamentan de la falta de planes y medidas preventivas y de seguridad para combatir sucesos como este.

Cisneros entiende que es primordial diseñar planes de contingencia, que no existen, y detallar protocolos para accidentes marítimos que aborden cuestiones como los puertos de abrigo, así como trabajar en coordinación con expertos de Marruecos, Mauritania y Cabo Verde.

La portavoz de Ben Magec, Tania Montoto, admite que las administraciones están poniendo medios, pero opina que, a pesar de ello, es "evidente" que el problema del vertido sigue sin solución y que aún se desconoce cómo y cuándo se solucionará.