El otorrinolaringólogo José Barajas ha dicho que si bien es cierto que en torno al 26 por ciento de los canarios de entre 12 y 18 años están expuestos a niveles de ruido superiores a los 87 decibelios, no está convencido de que la sordera aparecerá a edad cada vez más temprana en un futuro próximo.

José Barajas invitó a los ciudadanos a protegerse del ruido y tras indicar que los médicos no deben asustar a los pacientes insistió en que no está seguro de que en el futuro aparatos como los auriculares para escuchar música tengan un efecto necesariamente malo para la audición, si bien es partidario de estudiar esa posibilidad.

Cree el otorrinolaringólogo José Barajas que los fabricantes controlan las salidas de los auriculares para que no sean perjudiciales para la salud.

Recordó que el pasado año se presentó el estudio "La exposición al ruido social en los adolescentes de las islas Canarias", elaborado por Fundación Barajas y Consejería de Sanidad del Gobierno canario, según el cual aproximadamente el 26 por ciento de los jóvenes canarios están expuestos a un nivel de ruido que puede causar daño auditivo.

Comentó el otorrinolaringólogo que ha tratado sordera súbita provocada porque el paciente ha pasado una noche en las proximidades de un altavoz de una discoteca, y que no se ha recuperado nunca, pero reiteró que es preciso reconocer que no se sabe muy bien por qué suceden estas cuestiones.

José Barajas reconoció que las autoridades, y en general la población, es cada vez más consciente de que el ruido puede tener un efecto devastador en algunos casos sobre la audición, y que en ocasiones afecta al estado emocional del individuo.

Debido a ese interés general por los daños que puede ocasionar el ruido hay menos contaminación acústica, y eso es un avance sustancial respecto a lo que ocurría hace unos años, aseguró José Barajas.

Explicó el otorrinolaringólogo José Barajas que el oído humano está programado para oír una gama amplia de sonidos, y lo máximo a lo que puede llegar es a los veinte mil hercios de frecuencia, mientras que la intensidad máxima se sitúa en los 97 decibelios, de forma que a partir de esa cifra se convierte en nocivo.

El efecto del ruido también es diferente si es continuo que espontáneo, y en el segundo caso si bien el sistema auditivo tiene sistemas de defensa el daño es mayor porque no está prevenido.

Y hay sorderas por ruido que tienen carácter temporal, mientras que otras no se recuperan nunca, y, declaró José Barajas, no se conocen con certeza los mecanismos que llevan a que un sujeto se recupere y otro no.

José Barajas reconoció que en ocasiones sería mejor no tratar algunas sorderas súbitas, porque se produciría una recuperación, pero eso depende de variables como la edad de la persona, la profundidad del año y la rapidez con la que se aborde el trauma que ocasiona.

En el estudio realizado por la Fundación Barajas y el Gobierno de Canarias se reconoce que la literatura científica ha prestado poca atención al estudio del ruido derivado de actividades de ocio, lo que para los autores del trabajo es paradójico porque algunas actividades pueden superar los niveles de algunos ambientes laborales considerados como ruidosos.