El Archipiélago perdió casi 14.000 habitantes en 2013, un 0,7% de su población, un fenómeno atribuible sobre todo a la caída de la población extranjera. Así lo ratifican los datos de la explotación del padrón municipal a 1 de enero del año pasado, publicados recientemente por el Instituto Canario de Estadística (Istac), que constata que el descenso demográfico ha afectado, sobre todo, a dos tramos de edad: los niños de menos de cinco años -un reflejo del progresivo declive de la natalidad- y la población de entre 28 y 39 años, la laboralmente más activa.

Las cifras que recogen la merma de foráneos, relacionada de forma habitual con el regreso a sus países de parte de la inmigración laboral procedente de Latinoamérica y el norte de África, deparan algunas sorpresas. Así, son los originarios de la Unión Europea y, en concreto, los alemanes y británicos -las dos nacionalidades extranjeras con más presencia en la región- los que experimentan el mayor retroceso: 8.500 menos en el caso de los germanos y 8.800 en el de los del Reino Unido. En conjunto, la comunidad de europeos de la Unión ha disminuido en cerca de 23.000 en el transcurso de un año.

"Se han resentido un poco, aunque no mucho, los flujos de jubilados que vienen a Canarias y al conjunto de España", apunta Josefina Domínguez, profesora de Geografía Humana de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Además de la crisis, han actuado como factores la situación de "muchas viviendas irregulares" o la obligación de declarar los bienes que tienen en el extranjero, indica la docente e investigadora de la ULPGC.

El análisis de la evolución de la población extranjera comporta sus dificultades: de una reducción significativa no se deduce automáticamente que se haya optado por el retorno o la emigración a otras regiones o países. En algunos colectivos, sobre todo los latinoamericanos, las nacionalizaciones ejercen un importante efecto. Quien obtiene la nacionalidad española deja de figurar en las estadísticas como extranjero. En esos casos conviene fijarse no solo en las nacionalidad, sino también en los países de nacimiento. Según el padrón, hay unos 10.500 americanos menos que en 2013, pero si se atiende al lugar de nacimiento se ha registrado un ligero incremento. En cambio, en alemanes y británicos se produce una coincidencia entre ambas estadísticas.

Irse o quedarse no son las únicas posibilidades, advierte Josefina Domínguez. "No tenemos que pensar que o están aquí o están en otro sitio. A veces están a caballo entre ambos". Algunos ya no pueden mantener una vivienda en alquiler y envían a su familia a su país de origen y comparten piso con compatriotas; otras veces ocurre al revés y es el marido quien regresa a probar suerte; los países que hasta hace poco emitían emigración ahora la reciben. "Hay múltiples estrategias y situaciones muy cambiantes".

Tenerife encabeza la merma demográfica

La población disminuye en las siete islas, según la explotación del padrón a 1 de enero de 2014 recogida por el Istac. El número de habitantes registrados cae sobre todo en Tenerife (7.646) y Fuerteventura (2.244). Los municipios con mayores disminuciones absolutas fueron Adeje (2.720), San Bartolomé de Tirajana (2.321), Santiago del Teide (2.166), Santa Cruz de Tenerife (1.314), Pájara (1.252), Los Realejos (1.110) y Arona (1.097).

Cuando se analizan las cifras según el país de nacimiento, la tendencia que dibujan en el conjunto del Archipiélago apunta a un ligero aumento de los nacidos en España -5.700 más- y a un descenso de los originarios del extranjero, sobre todo de los europeos comunitarios, en tanto que la población nacida en países africanos o americanos tiende a estabilizarse, en algunos casos con leves incrementos.

Sin embargo, conforme se avanza de este a oeste se percibe como las islas más occidentales -La Gomera, El Hierro y La Palma- presentan una merma tanto de nacidos en España como de nacidos en el extranjero.

En el caso de Tenerife, la pérdida de población procedente de otros países es especialmente significativa: casi 10.700 personas en total. Solo en los residentes nacidos en la Unión Europea la disminución roza los 12.000.

La fiabilidad del padrón para conocer el número de extranjeros ha sido puesta en cuestión en ocasiones, en especial cuando se trata de no comunitarios. Si el residente abandona el municipio y no lo comunica al Ayuntamiento, sigue figurando empadronado.

"Es verdad que puede suceder -admite Josefina Domínguez, profesora titular de Geografía Humana en la ULPGC-, pero la obligación de los ayuntamientos es dar de baja después de tres años a quien no ha renovado su permiso de residencia. Otra cosa es que lo hagan", apostilla. Lo que puede suceder, reflexiona, es que estas situaciones aún no se hayan reflejado o que algunos inmigrantes que se han marchado vuelvan a actualizar su residencia.