Uno de los núcleos mas antiguos, ricos y florecientes de la isla de La Palma, la Villa de San Andrés, y la Hacienda El Lamero, una de las casonas rurales más antiguas y relativamente bien conservadas de la isla de Tenerife, en el municipio de Garachico, han pasado a formar parte del catálogo del Patrimonio Histórico de Canarias tras su declaración BIC, la primera con la categoría de Conjunto Histórico y la segunda de Monumento.

San Andrés obtuvo el título de Villa en los primeros años de la Conquista según consta en las datas de 23 de diciembre de 1507. Fue durante el siglo XVI y parte del XVII la población más rica y floreciente después de la capital y centro de una comarca dedicada a la exportación de vino y azúcar de caña que se embarcaba por el puerto de El Guindaste. Esta intensa actividad mercantil atrajo a numerosos comerciantes extranjeros, como portugueses, flamencos, catalanes y genoveses.

Su preponderancia también se pone de manifiesto al ser el único pueblo de la isla, y Santa Cruz de la Palma, que tuvo Escribanos públicos. Asimismo la primera escuela pública se crea en San Andrés por Real Provisión de la Audiencia de Canarias de 16 de febrero de 1805.

En San Andrés se encuentra la Parroquia de San Andrés Apóstol declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, una de las primeras que se erigieron en la isla, En la calle principal, hoy calle de la Iglesia, y en todo el casco encontramos las casas de las familias más pudientes de la Villa como Pinto, Álvarez de Silva, marqués de Guisla, Santa Cruz, González Sánchez (Buenamuerte), algunas conservan blasones en su fachada.

Estas construcciones pertenecientes a la arquitectura tradicional y popular canaria, son de las mas antiguas de la isla, construidas con gruesos muros de piedra y barro, con huecos en fachada dispuestos arbitrariamente atendiendo mas a las necesidades de ventilación e iluminación interior que a motivaciones estéticas.

A los inmuebles se suman otras construcciones con especial valor histórico y cultural como la capilla del Pilar, la ermita de San Sebastián, el cementerio antiguo y el Calvario y fuera del casco el horno de cal, el puerto del Guindaste y los restos del antiguo convento franciscano de Nuestra Señora de la Piedad.

Además de sus valores arquitectónicos, históricos y culturales hay que destacar el enclave privilegiado al encontrarse el caserío entre palmerales, rodeado del verde de las plataneras, con sus calles empedradas y en lo alto del acantilado.

El área para la delimitación del Conjunto Histórico de la Villa de San Andrés y Sauces y su entorno de protección ocupa una superficie total de 59.562 m2 de los que 25.285 m2 pertenecen al Conjunto Histórico y el resto al entorno de protección. El Bien de Interés Cultural se circunscribe a la zona que presenta mayores valores arquitectónicos, históricos y culturales de la villa, sin desligarse del enclave privilegiado en el que se encuentra situada, lo que ha condicionado la evolución histórica y económica de este singular enclave.

HACIENDA EL LAMERO

Se trata de una espléndida casona construida en la finca de este nombre por la familia Gallegos en el primer tercio del siglo XVII. Tiene una de las escaleras de piedra más notables del Archipiélago, con escalones achaflanados, según unos para permitir a las bestias y caballos acceder a la segunda planta donde está la huerta y las habitaciones donde se guardan granos y aperos. Según otros para disimular la existencia de una gran roca que impedía otro tipo de construcción. Una tercera opinión habla de gusto artístico.

Es un edificio monumental, con planta en U y amplia balconada en toda la fachada principal, próxima al convento de San Sebastián. Escapó a las destrucciones provocadas por la erupción de 1706, que sólo le afectó en la zona del patio. Perteneció a varias familias ilustres de Garachico, como los Gallegos o la familia del Hoyo Calderón, siendo los Brier y Ponte sus titulares actuales.

Entre las estancias de la planta baja destaca la presencia de las antiguas bodegas. A cierta distancia de la edificación principal, existe un antiguo molino de agua de gran interés patrimonial por su relación con el aprovechamiento del agua y el proceso de elaboración del gofio. Todavía se conserva el cubo troncocónico del molino, así como la antigua casa del molinero.

La delimitación para este Monumento obedece a la necesidad de proteger una de las haciendas rurales más antiguas y relativamente bien conservadas de la isla de Tenerife. El entorno de protección ocupa buena parte de lo que fue el ámbito agrícola vinculado históricamente a la propiedad, hoy en día completamente transformado por la urbanización. Sólo los espacios libres situados al este y oeste de la hacienda mantienen una configuración más cercana a la original. Con la fijación de este entorno de protección se garantiza la preservación de la totalidad de los elementos edificatorios y de instalaciones agrarias que conformaban esta unidad de explotación tradicional, incluyéndose el antiguo molino de agua. Se pretende lograr la preservación de la unidad constituida por la hacienda y su espacio libre situado al este y oeste, respectivamente, a la vez que ejercer un control sobre los procesos edificatorios que se desarrollen al norte y al sur que podrían generar impactos negativos sobre los valores patrimoniales del conjunto.