La imaginación tiende al infinito y los responsables de Turismo de las comunidades españolas, así como de 165 países y múltiples empresas, demuestran cada enero en Madrid, en la célebre Fitur, su capacidad inventiva y para atraer a todo tipo de visitantes. Sin embargo, y aunque no se renueve en exceso la presentación y estructuración de su espacio, el pabellón de Canarias continúa siendo uno de los más concurridos de este carnaval de reuniones, negociaciones, cartelería, invitaciones, acuerdos y competencia sobre cuál es el mejor destino, los mejores servicios o compañía aérea, de alquiler de coches o de nuevas tecnologías a aplicar a cualquier cosa.

Por mucho que Don Quijote y Sancho deambulen de allá para acá con el fin de vender su amada Castilla, quizás expectantes por si encuentran a su padre literario; por muchos zancos que se ponga un caballero medieval de León; por muy apetitoso que aparezca el mar y las bañistas de Melilla; por más que La Rioja recree sus bodegas o viñedos o que el espacio de Asturias invite a soñar con bosques encantados, el negocio está en Canarias. El sol y playas maravillosas están en Canarias; infinidad de parajes naturales de ensueño esperan en las Islas; siglos de historia, cultura y tradición, así como cielos nocturnos aliñados de estrellas con potencial turístico aún por descubrir también cualifican la marca canaria. El simple y constante ir y venir de gente lo confirmaba ayer en comparación con otros muchos espacios, tanto de regiones españolas, como de países europeos, otros continentes o empresas.

Pero es que las cifras de Canarias también resultan incontestables, y así lo gritaron al viento ayer tanto el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, como el presidente regional, Paulino Rivero. Aunque los datos del último son más elevados que los de Soria, con un total de 13 millones de turistas al cierre de 2014 (el ministro los dejó en "más de 12 millones" al presentar una campaña sobre el turismo de estrellas en el Archipiélago), lo innegable es que se trata de un nuevo récord que supone un 23% más que hace cuatro años, con subidas siempre por encima del 20% en cada una de las siete Islas. Además, el éxito económico resulta proporcionalmente contundente: de los 10.600 millones de euros facturados en 2010 se pasó durante el ejercicio anterior a 13.900. Encima, la apuesta por diversificar los mercados ha cuajado y, según recalcó Rivero, la llegada de franceses ha subido un 212%; la de rusos, un 155%; la de polacos, un 87% y la de italianos, un 72%. Contundencia tras contundencia.

Como demuestran los datos, y aunque por supuesto caben las críticas por algunas cuestiones laborales o de aprovechamiento de esta pujanza para crear empleo de más calidad, el turismo en Canarias goza de excelente salud. Como siempre. Es más, como nunca. Fitur volvió a evidenciarlo ayer.

Lo hizo, eso sí, con situaciones a veces cómicas. Tras la apertura oficial por parte del Rey, quien felicitó a todo el sector español por sus incontestables números ante la atenta mirada y algunos chascarrillos de Ana Pastor, Cospedal, Núñez Feijó, Susana Díaz y otras autoridades, los dos principales protagonistas canarios hicieron un recorrido por el pabellón de las Islas casi al unísono. Mientras Rivero se detenía más tiempo en los puestos de Fuerteventura y Lanzarote, Soria le dejaba su correo electrónico a la incansable y bella representante del Cabildo gomero, que no paró todo el día de probar su excelente silbo, su inconfundible silbo, un silbo que casi se escuchó más en ciertos momentos que el ding dong del aviso de la organización para que no se descuidaran las pertenencias personales. El encuentro del no y el sí al petróleo parecía inevitable y, por fin, y justo entre el puesto de Tenerife y Gran Canaria, como si aquel terremoto de 1989 volviera a aparecer para crear un islote de paz momentánea y pasajera, Soria y Rivero compartieron unos segundos, se rieron, se escucharon, se estrecharon las manos y se volvieron a alejar. Sus diferencias continuarán y hasta discrepan en quién ha hecho más para que el turismo en Canarias disfrute de este oasis, de esta luna de miel cuasipermanente, pero, eso sí, al menos coinciden en que se trata de un momento histórico en este ámbito para las Islas.

Antes y después de tan esperado, grabado y fotografiado encuentro, el presidente del Cabildo tinerfeño también se congratulaba del idilio de la Isla con el sector, si bien no obviaba sus reivindicaciones de que el aeropuerto Reina Sofía disponga cuanto antes (aunque no será en menos de diez años) de segunda pista o, sobre todo, que se evite la privatización de AENA. Una exigencia que Rivero llevó incluso más lejos pidiendo al sector terciario en Canarias que se movilice para impedirlo y para lograr también una conectividad más barata, con reducción de billetes y tasas.

El Ayuntamiento de Santa Cruz también intensificaba su difusión de la capital por medio del edil responsable de la Sociedad de Desarrollo, Florentino Guzmán, y lo mismo hacían el alcalde de Adeje, José Miguel Fraga (que no paraba de lugar y puesto), y su concejal de Turismo, Rafael Dolado. En un frenesí similar de encuentros, declaraciones y reuniones, el alcalde de Granadilla, Jaime González Cejas, y su concejal del área, Nuria Delgado, ponían también de lo suyo, al igual que la nueva edil de este departamento en la ciudad que inventó este sector en Canarias y buena parte de España, Diana Mora, también acompañada de la alcaldesa, Sandra Rodríguez. No le iban a la zaga los responsables de Arona, Francisco Niño y Evelin Santos; de San Miguel, Valentín González y Candelaria del Cristo Flores, de Santiago del Teide, Juan Gorrín y Vanesa Sánchez, o de los cabildos de La Gomera y El Hierro, con sus presidentes a la cabeza, Casimiro Curbelo y Alpidio Armas, el primero atendido de forma especial por Rivero y Soria en sus respectivos encuentros, mientras que el segundo, solo por Soria. ¿Por qué será?

Una de las mejores anécdotas la protagonizó Carlos Alonso, que sufrió una pequeña pero sonora y evidente descarga eléctrica al rozar los micros en la presentación de la campaña del turismo de estrellas de El Hierro, La Palma y Tenerife. El presidente del Cabildo tinerfeño se lo tomó bien, volvió a demostrar tablas mediáticas y, eso sí, le echó la culpa a una maldición previa y repentina de Alpidio Armas, quien había alardeado de tener el mejor cielo nocturno de las Islas segundos antes.

La primera jornada de Fitur volvió a desenvolverse ayer entre el frenesí de los políticos, profesionales y periodistas en un evento convertido desde hace tiempo en una de las ferias turísticas de referencia del mundo, que deja 200 millones de euros en la capital española, 200.000 visitantes y muchas expectativas cada año que, por cierto y por los datos, parece que se confirman y superan siempre. Un evento que celebra un país como España que, en 2014, también superó sus propios récords y en el que Canarias evidenció, una vez más, que siempre estará ahí, en la pomada, aunque mejor que nunca.