No hemos tenido suerte con el paro. Bajó en todas partes de España menos aquí, en Canarias. Seguimos estando en la cifra del 37% de parados con relación a la población en condiciones de trabajar, un dato espeluznante. Las razones hay que buscarlas en algún lado, pero no sé realmente en dónde.

Tenemos una industria turística que no cesa, que crece, es verdad que la construcción está en el suelo, la agricultura es aceptable, la ganadería casi inexistente. Pero no hay trabajo y menos para los jóvenes. Hay menos empresas en concurso, se crean sociedades, pero nada de esto se refleja en el paro, que nos tiene boquiando. Una pena.

Vamos a ver cómo salimos de esta crisis sangrante, que se refleja de manera cruel en el paro juvenil. i siquiera me atrevo a hablar de cuántos jóvenes quieren trabajar y no pueden, a pesar de estar preparados para desarrollar cualquier cometido.

Se les da empleo a extranjeros, se olvida a la gente nuestra. ¿Por qué? ¿Es más competente acaso la gente que llega de fuera a trabajar, incluso, en la hostelería? ¿Será cuestión de legislación, de la necesidad de protegernos, de dictar normas que favorezcan a nuestra gente?

Lo cierto es que la noticia del crecimiento del empleo, que es la que Rajoy quería dar desde que empezó a gobernar, a Canarias no le afecta. Aquí no hemos avanzado décimas, sino que hemos aumentado esas décimas nuestra desazón. Demasiada gente sin trabajo, demasiada gente que se despierta por la mañana con los ojos como chopas mirando a su aturdida familia, sin nada que ofrecerles. Demasiada gente viviendo de la caridad de los demás y de las instituciones. Demasiados comedores sociales -y gracias a ellos, porque si no sería más terrible-.

oticias del paro agridulces porque celebramos que haya bajado en la Península, pero lamentamos que aquí haya crecido, en estas islas tan necesitadas de cariño y de apoyo del Estado que no tenemos.

Estamos oyendo cada día noticias alentadoras de la economía: la prima de riesgo va por los 140 puntos, el Ibex 35 está en casi 11.000 puntos, los bancos ganan dinero, las grandes empresas también, pero hemos repetido aquí hasta la saciedad que el Gobierno de España tiene que mirar para las pymes y los autónomos, que siguen perdidos en su soledad. Y tiene que mirar para los jóvenes canarios, sin oportunidades, que no despegan porque no se les ofrece nada: ni incentivos que amparen sus ideas siquiera. Y es una pena que no lo haga.