No hace falta ser muy listo para saber quién es el mariconzón de Las Palmas, que siempre se está ocupando de nosotros en un abominable digital que no dice sino mentiras. Subvencionado por el PSOE, es imposible que diga una verdad que no le interese porque entonces sus mentores se le echarían encima. A lo mejor lo que le gusta es que se le echen encima.

Yo no suelo escribir sobre mindundis, pero a éste le iría bien un papel de drag queen en la gala canariona esa que congrega a los de su grey. Pero le falta estatura y no creo que este tiparraco aguante unos zapatos de tacón. o tiene estilo ni para eso.

Desprestigiado en todos los ámbitos, deudor de la Hacienda pública y culichichi de quien le paga, este bobo irredento disfruta metiéndose con José Rodríguez, un periodista limpio que no le ha hecho mal a nadie, y con sus principales colaboradores.

Da igual. Su credibilidad -en realidad, nunca la tuvo- está por los suelos. Ya quisiera este mequetrefe calzarle un zapato al director de este periódico, que ha luchado y lucha por su tierra y por lo que cree justo. Sin importarle ni incomprensiones ni mentiras. Mentiras que, por supuesto, combate José Rodríguez y combatimos todos los que hacemos el periódico.

Hoy nos apetecía darle un "variscazo" a este pendejo, medio hombre, fabricante de ruindades, que ya es incapaz de dar una noticia si no se puede que meter con los demás. Ha llegado a la cloaca de la profesión y nadie lo quiere. Y arrastra con él a las personas más próximas, de las que no me voy a ocupar, por higiene.

Ha creado un libelo, al servicio de quien le pone delante los billetes y tiene enemigos irreconciliables entre personas que han trabajado y trabajan bien por Tenerife, y por Las Palmas también, porque allí ha vituperado a mucha gente. Porque él sólo concibe la lealtad del dinero, no conoce otra; porque su ideología ha tiempo que está enterrada y bien enterrada, aunque le queda aún indignidad para poner la mano a los sociatas y que le echen los diezmos y las primicias.

Pobre hombre éste. Con qué ánimo se levantará cada mañana, como un mendigo, para irle a reclamar a sus amigos un pedacito ínfimo del pastel. Mentecato, irreconciliable con el periodismo.