En Venezuela la historia del presente es de papel. No hay papel higiénico en los supermercados. Y para que la crisis de papel sea completa, el tal Maduro ha restringido los dólares a los periódicos díscolos para que no puedan importar papel prensa. ¿Se dan cuenta ustedes ahora que en Venezuela todo es de papel, la vida es de papel, el propio régimen es de papel?

Parece mentira que la cubanización sea tan rápida. n Caracas, al contrario que en La Habana, cada cual tiene un arma y en las manifestaciones se producen muertos. Dos, hace un par de días. Los muertos, qué ironía, fueron tapados con papel de periódico hasta que llegó la ambulancia y se los llevó. l papel de periódico, qué ironía, que tanto escasea, sirve para tapar a los muertos.

La crisis, pues, del país hermano es una crisis de papel que va del retrete a los periódicos, que a veces parecen lo mismo. A lo mejor desde dentro no se percibe de una manera nítida, pero el régimen chavista cada vez se acerca con más virulencia al de sus maestros en La Habana.

l destino de Venezuela se antoja inexorable, y parece mentira, en pleno sigo XXI, cuando la historia -la que se escribe sobre papel- ha demostrado el fracaso del régimen de los Castro. l fracaso del comunismo, del neo comunismo, del comunismo de conveniencia. ¿Qué le pasa a Venezuela, querido país, querido país de papel?

Las imágenes que no nos sirve la televisión venezolana, comprada, hastiada, chavista por dinero, nos la muestran aficionados desde YouTube y desde los canales internacionales por cable. Con la Red no puede Maduro, aunque lo intentará. l sátrapa está en su bunker de Fuerte Tiuna, agazapado y cobarde porque allí están los asesores cubanos que le dan cobijo.

Y la milicia venezolana, la milicia democrática, doblegada a los designios de los enviados de Castro para enmudecerla. Qué pena de país de papel, o de falta de papel. La milicia está bien pagada y participa de los negocios del chavismo. ¿Dónde están los generales disidentes? n la cárcel, como Baduel. Porque el régimen no permite ni que una jueza -Afiuni- obre en conciencia; ni que un comisario -Simonovis- discrepe del chavismo; ni que un gobernador -Rosales- no haga el juego al oficialismo y reúna poder. n ese país de papel se empapela al discrepante, se encarcela al disidente y se manda a matar a los fiscales, como Danilo Andersen, que averiguan lo que no conviene. País de papel, pobre país de papel. O de falta de papel.