Junto a gente normal y corriente, que ejercía libremente sus derechos ciudadanos, algunos gamberros encapuchados se enfrentaron a la policía, el sábado, en La Laguna. ¿El motivo?: la siempre incómoda presencia del ministro uan Ignacio Wert, que cometió la torpeza de elaborar una ley de educación que, al parecer, no le gusta a nadie. Sino a él. Pero, claro, da la casualidad de que La Laguna le pidió dinero a Wert para arreglar la catedral y su ministerio parece que apoquinó unos doce millones de euros, que no es moco de pavo. Así que Wert, esta vez, no se merece el abucheo, porque se ha portado más que bien con el patrimonio de esta isla.

No obstante, la bulla lagunera es lícita, como hizo la mayoría. Pero los gamberros que rompieron vallas, estropearon mobiliario urbano y que intentaron montarla, al talego. Al talego o a la multa o a algo que les moleste, para que no lo vuelvan a hacer. Que no salgan de rositas, vamos.

Siempre hay una cuadrilla de antisociales acechando para saltar, a la mínima. Y me da que detrás de la algarada de La Laguna está alguien que yo me sé y que no asistió -ni ninguno de sus compañeros tampoco- al acto institucional, dentro de la catedral. Y me da también que aquí hay algún que otro Cojo Manteca solapado; lo que pasa es que el nuestro se esconde y manda a otros a cometer las fechorías. Lo de la algarada lagunera sobró, porque si uno se quiere manifestar lo hace con educación y con respeto a las normas gubernativas, no rompiendo vallas y echándose encima de la policía. Que, además, puede responder con la misma violencia y entonces se arma, como se armó en Burgos. Pues lo que rompieron, que lo paguen. Hubo cuatro detenidos, que supongo ya estarán en libertad porque no sirve de nada retenerlos en el cuarto de los ratones, que es el lugar donde antes metían a los chicos malos. Pero que se queden con sus caras para que apoquinen los gastos de su desalmado comportamiento. Que esto es tranquilo y turístico, no se vaya a convertir la isla en otro Gamonal (de Burgos), porque el de los postres es bienvenido. Y a portarse bien, que se puede ser reivindicativo sin romper cosas. Hay gente que no tiene remedio.