Ahora que acaba el año, el resumen que se desprende no puede ser peor. demás de las mentiras sobre la conclusión de la crisis, en el momento en que el malhadado 2013 va a dar fin, constatamos que llevamos todos los días del año hablando de lo mismo: del bandidaje de los bancos, de las falsas promesas del Gobierno, de que la oposición no asume su derrota, del peligroso estado judicial, de la mamandurria generalizada, de la voracidad de la Hacienda pública y de que, incluso, nos han fastidiado la lotería -que va para atrás, como los cangrejos-, a causa del canon estatal del 20% del importe de los premios. Una ladroniza.

Estas fechas, en las que huye todo el mundo, son proclives a los resúmenes anuales, tan socorridos. ¿Y cuál es el nuestro? Pues más de lo mismo, hermanos. Canarias soporta la tasa de paro más alta del Estado aunque no hacen sino firmarse convenios para paliarlo. La triste realidad es que los convenios (con los bancos, por ejemplo) parece que no funcionan porque el crédito no fluye. Y mientras no se compense a las pymes por emplear, aquí no se amortiza ni un parado. Que se desengañen los optimistas.

No crean, nosotros también nos cansamos de escribir siempre de lo mismo y de predicar en el desierto: porque nuestra voz se pierde por esa arena; estamos roncos y ellos, los que tienen que aportar ideas y dinero para paliar el mal momento, parecen la mar de contentos.

Va a ser muy difícil que 2014 sea mejor que 2013 si el Gobierno de Rajoy no cumple su programa electoral; es decir, lo primero que tendría que hacer era bajar los impuestos. Y lo segundo, cumplir el calendario de medidas anunciadas para pymes y autónomos. Sin esto no existe empleo posible. Sin lo anunciado no se recupera la economía. Sin ello no se regresa de la crisis. Porque está visto que el desempleo no lo arreglan las grandes empresas, que siguen ganando dinero pero, por lo que se ve, no aportan nada al 27% de paro en España y al 36% en Canarias. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Mucho convenio con los bancos, pero muy pocos efectos prácticos.

Y así acaba el año 2013 del que, gracias a Dios, solo quedan unos días. Un año para borrar de la memoria.