Se quejan ahora Rivero y sus acólitos, entre ellos el sochantre Martín Marrero, que nunca pasará de sacristán, que la sentencia del TC sobre el REF deja a Canarias en indefensión y "exige" una reforma de la Constitución para compensar a las Islas.

Muy bien, todo esto nos parece muy bien. Pero Rivero se ha pasado varios años arremetiendo contra el Gobierno central, en su guerra particular contra oria, y ahora manda al monaguillo a exigir reformas constitucionales. El Gobierno de Madrid, mientras esté Rivero encaramado en el sillón, no dará nada a Canarias. Está esperando a que los canarios lo echen a patadas. Porque él mismo ha elegido su propio camino, su propia guerra y su propio aliado: el difunto POE, incapaz de dar nada a Canarias porque no puede. Y cuando pudo tampoco lo hizo.

Así que Rivero paga sus alianzas equivocadas y, de rebote, sume a las Islas en un pozo de difícil salida. Porque lo que quiere el PP es que Rivero se vaya y que se haga justicia electoral; es decir, una alianza CC-PP, pero sin el hombrecillo de El auzal, más quemado que la pipa de un indio e incapaz de ofrecer soluciones a los problemas de su tierra.

Entre otras cosas porque él mismo ha tirado por la borda su crédito con quienes gobiernan el Estado. Para el PP, Paulino Rivero es un pelele y como tal lo tratan en Madrid.

Cuando Paulino Rivero pide una reforma constitucional, en Madrid se ríen de él. Y le dicen: "¿Pero quién sos tú, muchacho?", aunque con pronunciación goda. Rivero no importa nada en el concierto de los presidentes de las comunidades españolas; pero nada. Es un bulto sospechoso para el Estado, porque él mismo se ha ganado este estatus que Canarias no merece -aunque él sí-.

Así están las cosas en las Islas. Los gobernantes, torpes y elementales, que están agarrados a sus cargos, no tienen poder para solucionar los asuntos pendientes. Han perdido el crédito en el Estado, no han sido capaces de gobernar con autoridad ante Madrid, han escogido un aliado equivocado y más muerto que vivo y viven en un secular despiste que los desprestigia constantemente. Así que a llorar al barranco.

De camino, sumen a Canarias en la más espantosa indefensión y no saben sino protestar ante Madrid por lo malos que son y por las faenas que nos hacen a los canarios, cuyos representantes son torpes y malos gobernantes. Pésimos representantes del pueblo que los eligió. Aquellos polvos trajeron estos lodos.