A Nicolás Maduro, que el domingo ganó las elecciones venezolanas por 1,59 puntos de diferencia con Henrique Capriles, le va a ser difícil sacar al país del atolladero económico en el que se encuentra. Sobre todo, por la política subsidiaria del chavismo, que volvió a tirar de frigorífico y ventilador, puerta a puerta, para que no se le fueran los votos. La oposición ya tiene líder consolidado, con más de siete millones de sufragios y pegado a los ganadores. ¿Qué habría pasado si no se hubiese producido mal recuento en miles de mesas, como denuncia la oposición? Pues que esa diferencia de 234.000 votos, muy escasa en un electorado de 18,9 millones de personas, quedaría dinamitada.

Ahora Maduro tendrá que lidiar con la economía y con las fuerzas armadas. Él no es militar, sino guaguero del metro de Caracas. Un sindicalista con escasos estudios y regulares luces. Su único apoyo era el recuerdo del comandante muerto. En el chavismo hay apetencias de poder por parte de otros líderes de la revolución y los resultados logrados por Maduro, a pesar de tener con él todos los recursos del petróleo, fueron muy cortitos. Es decir, que su victoria es pírrica y no hace más que confirmar que el país se encuentra partido en dos. Caracas era un clamor. Todo el país se echó a la calle para festejar la victoria de todos; porque todos ganaron. Los chavistas gobernarán, no se sabe por cuánto tiempo. La oposición ganó moralmente. Porque si Capriles tiene más del 49% de los votos, como es en realidad, será un líder implacable y con fuerza moral para seguir combatiendo por el cambio.

A pocas semanas de la muerte de Chávez, su presencia en los ganadores tuvo un reflejo más bien pobre. Quiero decir que sin la memoria de Chávez, Maduro habría sido derrotado sin paliativos. Y un punto y medio de diferencia no es nada y menos con la sospecha de fraude por medio.

Años de incertidumbre para Venezuela, plagada de influencia cubana por todas partes. Esto está cambiando, sin duda. El chavismo solo será un episodio en la historia del país que inventó la democracia en Latinoamérica, pero no perdurará en el tiempo. Ahí lo tienen, a las primeras de cambio casi ha sido derrotado. Quitemos el casi si nos referimos a las sospechas justificadas de fraude electoral que empiezan a bullir en la oposición. Veremos cómo timonea Maduro este país con demasiadas elecciones a sus espaldas y económicamente depauperado, a pesar de sus riquezas. Veremos lo que ocurre cuando los militares comiencen a estar descontentos con sus ascensos. Veremos lo que pasa cuando Maduro le tenga que decir al pueblo que se acabaron los regalitos.