Tiene rima esta terminación, 2013, casi nada. Y empieza del diez. En Costa de Marfil, o por ahí, los más desgraciados se queman con los fuegos que lanzan para celebrar que llega un nuevo año. Y en los Estados Unidos, demócratas y republicanos unen sus voluntades para salvar al país. Igualito que aquí, donde los políticos (como Paulino Rivero y Zapatero) no tienen reparo en construirse sus mansiones cuando su pueblo pide agua por señas. Será un año movido, no me cabe la menor duda. Los dos tenían que haber visitado algún albergue antes de mandar a colocar el primer ladrillo.

Claro que la royal family española, casi nada. La reina Sofía se fue a Londres, con "¡Hola!" incluido, a comprar, porque en España no había tiendas. No acudió a las rebajas de "Harrod''s" sino a las boutiques exclusivas que venden a precio de oro, a comprar los regalos de urdangarines y marichalares. Una familia ejemplar.

La Merkel nos anuncia, o le anuncia a los alemanes, más sacrificios para 2013, pero Rajoy, igual que hacía el inefable Zapatero, dice que veremos la luz al final del túnel cuando acabe el año que acaba de empezar. Cuán largo me lo fiáis, diría un godo. Que ni chiquito optimismo, compadre, diría un mago. Si yo fuera Soria me pondría a barrer para Canarias como un loco, porque más alto no va a llegar; tiene su techo. Por lo que lo mejor que puede hacer es favorecer a su tierra. Rajoy no tiene problemas: es registrador de la propiedad. Dicen por ahí que su registro de Santa Pola es un chollo, aunque no vaya. No lo tengo confirmado, me lo han soplado por Internet.

Un inglés del mundo de la aviación quiere comprar "Islas Airways". Ya se lo ofreció a Concepción antes de que estallara la crisis. Ahora será el administrador judicial del proceso concursal quien tiene que decidir; yo aceptaría la oferta. Mientras, "Binter" pone las tarifas en el "top" de la historia de la aviación isleña. No hay nada como un monopolio para hacerse uno rico.

Santa Cruz tiró la casa por la ventana con los fuegos de fin de año. Hasta vi un crucero ponerse frente a la ciudad, para que sus pasajeros disfrutaran y para la consignataria contribuir al esplendor en el mar. Copiemos a Madeira, cuyo puerto es un espectáculo cada final de año. Ah, una pregunta: ¿cuántos sin techo, y casi sin estómago, habrían comido con el dinero de esos dispendios pirotécnicos?

Yo creo que es una buena pregunta. Ni siquiera yo me atrevería a responder. Pero cuando se haga política social, que se haga de verdad. Y no gastándose las perras en fuegos artificiales mientras la gente pasa hambre física y los niños se desmayan en los colegios.