En la última legislatura del expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, Coalición Canaria (CC) -Paulino Rivero- eligió como socio político autonómico a su rival, el PP -José Manuel Soria-. Hace 18 meses, cuando se conformó el actual Ejecutivo regional, los nacionalistas -Rivero de nuevo- dieron un vuelco y pactaron con el PSC-PSOE -José Miguel Pérez-, pese a que entonces ya era evidente que en las elecciones generales que se celebraron poco después los populares ganarían la Presidencia estatal con Mariano Rajoy a la cabeza.

Culminaba así una larga etapa de populares y nacionalistas en el poder regional, y se producía un llamativo intercambio de papeles en la Administración regional: el PP pasaba a los fríos -o calientes, según se interprete- asientos de la oposición, mientras que el PSOE llegaba, por fin, a los anhelados bancos azules reservados a quien gobierna.

Durante la legislatura de Zapatero hubo algunas fricciones con el Estado, pero CC y PP las supieron llevar casi hasta el final, cuando Soria, que también es el presidente de los conservadores canarios, rompió sin avisar -octubre de 2010- el acuerdo para preparar la precampaña electoral.

Ahora las cosas son distintas. Alrededor de 500 días después, nacionalistas y socialistas aguantan un verdadero "chaparrón" proveniente del Gobierno que preside Rajoy y que cuenta con un ministro canario -el propio Soria- que viene a las Islas cuando el PP quiere dejar claro quién tiene la última palabra, quién es el que manda.

El líder del PP canario pasó de socio cordial de Rivero a rival incómodo. En ocasiones, incluso, en enemigo -político- a extinguir.

Los desencuentros incluyen, entre otros asuntos relevantes, la autorización de las prospecciones petrolíferas en costas cercanas a las Islas, el "maltrato" en materia presupuestaria para 2013 y el creciente déficit de la financiación autonómica -que sostiene los servicios básicos-, según recuerda, un día sí y el otro también, el Ejecutivo que lidera Paulino Rivero con José Miguel Pérez de vicepresidente.

En clave regional, el PP calienta el ambiente en cada pleno parlamentario, o en cada acto que se preste. Los populares exigen ahora explicaciones por la gestión de áreas que llevaron casi cuatro años y culpan a los socialistas de agravar viejos problemas pese a que estos fueron oposición 18 años consecutivos. Cosas de la política.

Los socialistas, por su parte, admiten, ahora sí, la imposibilidad de lograr los objetivos cuyo incumplimiento criticaron durante todo ese tiempo, tal y como sucede en materias tan sensibles como el empleo. Tanto unos como otros donde antes dijeron digo, ahora dicen Diego. Han optado por el olvido selectivo para criticar lo que antes alababan, y al revés.

Coalición, siempre en el medio, es el único de los tres partidos que podría llevar un discurso coherente, pues no ha dejado de ser gobierno desde 1993. Y como en las ocasiones anteriores, aguanta como puede las presiones y deja en manos del socio de turno la defensa de los asuntos más espinosos.

En todo este tiempo, el PP no ha cejado en su campaña de acoso y derribo contra el pacto CC-PSC, bien con disparos desde Madrid, bien desde su grupo parlamentario en el Archipiélago, sabedor de que la caída de uno de los socios les retornaría al Gobierno.

Da igual que para ello defiendan en Canarias lo contrario que en Madrid. Aquí exigen "sin cortarse" al Ejecutivo que no suba los impuestos, que no recorte los servicios públicos o que no despida al personal público, pese a que su partido ya ha hecho todo eso en el ámbito estatal. Todo sirve para tratar de dinamitar el pacto.

Y a juzgar por algunas sorpresas que se han llevado los socialistas los últimos días, parece que CC no es ajena a los mensajes conservadores. En la tramitación de los presupuestos canarios para 2013, por ejemplo, los nacionalistas dejaron sin dinero concreto a los hospitales del norte y del sur de Tenerife, pese a que el PSC reivindicó estas partidas como prioritarias, por lo que acabaron por decir que nunca lo dijeron.

También se vio el PSC obligado a recular cuando insistió en una subida de impuestos que a CC no le hizo gracia para evitar los recortes presupuestarios, en las diferencias que ambos partidos han dejado escapar en cuanto a la función pública y, sobre todo, en las reformas de la Administración.

Han sido chispas que, sin embargo, no han llegado a prender una mecha que algunos no descartan que se encienda a lo largo del primer semestre del año que ahora comienza.

Por si acaso, el PP atisba el espectáculo desde la puerta y se frota las manos con la esperanza de dejar de mirar el baile y regresar a la pista.

Un veto como amenaza

El "sólido" pacto firmado en junio de 2011 entre CC y PSOE ha vivido algunos sobresaltos a lo largo de su andadura, pero uno de los más fuertes ha coincidido con la tramitación de los presupuestos del año 2013. La escasez de dinero ha motivado la rebelión de varias islas por el tratamiento que a ellas se daba en las cuentas autonómicas. Los más beligerantes han sido los herreños con su veto, pero también desde Tenerife se ha puesto a prueba la solidez de un acuerdo que, de momento, se mantiene firme.