Un periodista que logró cierta notoriedad en Tenerife, pero con fama justificada de vinagre, siempre respondía cuando le preguntaban de qué iba a escribir mañana: "¿De qué va a ser? De la coyuntura".

Pues quién iba a decir que, andando los años, íbamos a estar inmersos en la maldita coyuntura, que está compuesta por una serie de factores de los que muy pocos entienden pero de los que todo el mundo opina.

En tiempos de problemas, como ahora, los oráculos son los economistas. Yo defino a los economistas como tipos que tiran barro a la economía y a veces les sale. Hay que ver la película "Una mente maravillosa", protagonizada por Russell Crowe. Narra la vida del matemático John Forbes Nash, que llega a Princeton como un extraño, descubre que el amor y las matemáticas no necesariamente están reñidos y aporta teorías lógicas que ayudan a los Estados Unidos incluso a combatir a sus enemigos -los rusos- durante la guerra fría.

Las matemáticas y la economía a veces están reñidas. Nash fue premio Nobel. Es interesante ver cómo, en el comedor de Princeton, los demás profesores dejan sus plumas junto a él, en señal de reconocimiento de sus méritos y proponiéndolo para el premio.

Cuento esta historia porque lo que nos hace falta para aportar optimismo y ayudar a salir de la crisis a Canarias, y llevamos meses y meses diciéndoselo a Paulino Rivero y a su banda, es, por una parte, rigor; el rigor de un matemático. Y, por otra parte, algo que puede estar reñido con el propio rigor: la imaginación. Pero ni una cosa ni la otra parecen cercanas al actual Gobierno.

Nos preocupa eso, "la coyuntura". Porque las cifras de disminución del paro en las Islas son coyunturales (el veranito). En otoño, cuando llegue la cruda realidad, volverán a caer. No hace falta que lo anuncie la UGT (ya lo contábamos aquí ayer): en diciembre, el índice de parados estará en el 35% de la población en condiciones de trabajar.

Luego, y lamentándolo, no podemos ser optimistas. No crean, cada vez que me siento ante el ordenador para hacer el análisis que me encarga el director pienso que si estaremos siendo sólo transmisores de malas noticias. Y lo lamento. Si ustedes tienen alguna buena, por favor, escríbanme. Les quedaría muy agradecido si alguien me pudiera aportar un dato para seguir la senda del optimismo.

Porque uno, en su buena voluntad, se encuentra muy defraudado con "la coyuntura", como la llamaba aquel periodista vinagre que tanto la mentaba.