EN UN PAÍS de bajo nivel cultural, como es España, lo más normal es que la cadena de televisión más vista sea Telecinco. Y que esperpentos como Belén Esteban, cuyo bagaje intelectual se reduce a haber sido pareja -o lo que sea- de un torero, ya jubilado, llamado Jesulín de Ubrique, sean las estrellas del canal pues tampoco me parece extraño. Nos están dando diariamente, mañana, mediodía, tarde y noche, telebasura; y España está empachada. Pero contenta.

No hay remedio con la televisión. Cuanto peor es, más cuota de pantalla alcanza. Dicen que lo de la tele es dar con la fórmula; pero cuando se escriba la historia, Telecinco va a pasar a ella como el canal que acabó de idiotizar a España. Es decir, va a pasar a la historia con el culo. Y no va con segundas aunque, desde luego, podría ir.

La televisión vive de una serie de oportunismos y de mucha suerte. El programa más atroz puede calar muy hondo en una audiencia analfabeta, o escasamente alfabeta. Los programadores, sencillamente, mandan al aire lo que quiere ese tipo de audiencia y los guionistas hacen lo que les piden los programadores y los productores. O sea, que todo es dar con la fórmula, que es soberana. Tan soberana que idiotas nacionales y una suerte de gritones y gritonas, bajo el paraguas de "Sálvame", dirigen a este malhadado país que si no muere por sí mismo morirá por lo que le sirve Telecinco.

El programa de éxito, pues, consiste en que una serie de paletos que se dicen periodistas se sientan en unas butacas, ellos anunciando marcas de camisas y ellas enseñando las cachas -todo muy hermoso-, para contar las miserias de los demás. De vez en cuando traen a un invitado, pagado casi siempre, que cuenta sus propias miserias. Con lo que aquello se convierte en una reunión de miserables, dirigida por un tal Jorge Javier Vázquez, del cual dicen que es filólogo y yo me lo creo porque en este país filólogo es ya cualquiera. La verdad, no sé si será lingüista Jorge Javier, pero el tío tiene sus golpes, parece más culto que los demás y, de vez en vez, impone cierto orden en aquella jaula de grillos.

Ustedes dirán que estoy demostrando que veo los programas. Sí, alguno veo, para poder contar las miserias que contienen. Pero termino decepcionado y frustrado por tanta sinvergonzonería. Por tanto mindundi metido a "colaborador", que es el título que se dan a sí mismos en el canal los que hacen allí acto de presencia con regularidad para darle zarpazos al idioma, al público, al sentido común y a la decencia.

La verdad, me he quedado notablemente aliviado diciendo todo esto.