DICEN que Paulino Rivero ha demandado a este periódico y a su director. Bueno, también nosotros hemos demandado a Paulino Rivero. En un país de derechos, cada uno puede ejercitar los suyos. Pero al presidente del Gobierno, en los últimos tiempos, se le ve muy nervioso. No soporta que le digamos lo mal que lo está haciendo y quiere, incluso, vulnerar la libertad de expresión consagrada en la Constitución intentando medidas cautelares para silenciar a un medio de comunicación. Nunca este periódico ha atacado de manera personal a nadie. Lo hacemos en el terreno de la disputa política o de la polémica periodística. Y siempre colocamos el apellido "político" a cualquier consideración sobre gestión pública. Lo hemos cuidado con verdadera obsesión siempre. A lo mejor lo que hace el señor Rivero es intentar ahogar su incompetencia en el océano judicial. Ya decimos que está en su derecho. Incluso por la forma en que actúa en ocasiones la justicia, a lo mejor tiene hasta suerte. Nunca se sabe.

Canarias, señoras y señores, está mal dirigida. Cuando decimos que por un necio se sobreentiende que la necedad se refiere a una gestión política lerda, torpe, llena de absurda vanidad de un hombre de extracción humilde que probablemente no hubiera sido nada si EL DIA no le hubiera aupado al infinito; convencido -en un tiempo- de su capacidad para gestionar los asuntos públicos. Pero nos decepcionó. Y no por un hecho en concreto, sino por muchos. Porque ignoró aquello que llaman el principio de Peter y se creyó un diosecillo menor, con una finca llamada Canarias a sus pies. No, señor, esto no es presentable para un político que tenga a su tierra por meta y por bandera.

Rivero está acabado como gestor. Lo dicen en su propio partido, en el que ya se escuchan algunos gritos pidiéndole que se vaya. Que se vaya él y su mujer, que también es política y en esa calidad la mentamos. Este matrimonio ha sido una desgracia para estas islas suficientemente machacadas para que, encima, les caiga esta losa. Rivero tiene que marcharse y, si quiere, que siga demandándonos desde su casa, pero no sentado en la poltrona oficial, a la que parece pegado con "La Gotita".

Afortunadamente, por encima de las decisiones judiciales siempre discutibles, hay una Constitución que nos ampara. Y, aun por encima de ella, una conciencia que nos serena el ánimo y nos trae el convencimiento de estar actuando conforme al amor que sentimos por esta tierra irredenta que necesita de patriotas conscientes y no de políticos mindundis, aficionados que se miran al ombligo constantemente y no saben hacer la "o" con un canuto. Por ejemplo, el señor Rivero y su santa, la política señora Mena. Y, ahora, que sigan demandando.