Antes de desaparecer a causa de los recortes presupuestarios del Gobierno canario, el Observatorio para la Inserción Laboral de la Universidad de La Laguna (Opsil) bosquejó en sus últimos estudios el sombrío panorama que aguardaba a los titulados de la institución académica en su búsqueda de un lugar en el mercado de trabajo, así como el cambio que supuso la crisis económica en sus actitudes y mentalidades.

Un claro ejemplo es el trabajo "El proceso de inserción laboral de los universitarios de la Universidad de La Laguna", basado en un cuestionario realizado entre finales de 2010 y comienzos de 2011 a cerca de 900 egresados del centro, del que se desprende, entre otras conclusiones, que una abrumadora mayoría del colectivo -un 85%- estaría dispuesto a ejercer trabajos que no tienen que ver con los estudios que han cursado.

No obstante, los entrevistados mantienen cierto optimismo sobre las posibilidades que les ofrece la formación universitaria en este proceso, pues quienes opinan que contribuye "bastante" y "mucho" a su inserción laboral suman casi la mitad del total -un 35,5% los primeros y un 12% los segundos-, una actitud que crece si se añaden los que piensan que su paso por la institución de enseñanza superior les ayuda "algo" (un 33,7%).

Aunque entre quienes ya han tenido alguna experiencia laboral -un 73% del total- predomina un grado de satisfacción relativamente elevado -la mayoría la puntúa por encima del cinco-, lo cierto es que el desempeño de estos trabajos no se caracteriza por su estabilidad. Un 52% ha tenido contratos temporales, un 21,7% parciales, un 18,5% de prácticas y solo un 12,8% ha disfrutado de un contrato indefinido.

Las conclusiones del estudio apuntan a que, en la actual situación económica, "la mayoría de los universidades que han realizado sus estudios en la ULL están desempleados". El paro afecta más a las mujeres que a los hombres, quienes, además, poseen puestos de mayor cualificación como ingenieros o técnicos. Son precisamente las enseñanzas técnicas las que sienten el fenómeno del desempleo con menor virulencia. Cursar un posgrado, asimismo, aporta mayores facilidades para encontrar una ocupación.

En lo que se refiere a las actitudes y creencias hacia el mundo laboral, el estudio indica que la participación en actividades de formación y orientación para el empleo proporciona a los universitarios la sensación de que "tienen un mayor dominio de habilidades" para la búsqueda de un puesto de trabajo. Quienes reciben esta formación también dan mayor valor al empleo "como actividad en sí misma" frente a valores externos, como el salario percibido (una actitud que también se detecta más en las mujeres que en los hombres).

"Tenemos que destacar la importancia de programas de este tipo, no solo para adquirir conocimientos del mundo laboral, sino para promover cambios positivos en las actitudes y creencias", recogen las conclusiones del documento, en las que también se recomienda que estas actividades se centren, además de en la mejora de las herramientas para la búsqueda de trabajo, en "tratar de favorecer que los universitarios tengan menos atribuciones externas sobre el conseguir un empleo (menos tendencia a considerar que obedece a factores ajenos) y que crean que depende más de su preparación y capacitación".

El estudio analiza, finalmente, las competencias que los universitarios entienden como más relevantes a la hora de acceder a un puesto de trabajo. Llama la atención el escaso peso que atribuyen al expediente académico, "un dato significativo, puesto que tradicionalmente se cree que el sacar buenas notas correlaciona con el éxito laboral y se ha demostrado que no es así", según las conclusiones.

Entre las habilidades a las que los titulados de la ULL otorgan mayor importancia figuran la toma de decisiones y la resolución de problemas, así como la comunicación oral, la capacidad de trabajo en equipo, la motivación, entusiasmo y ganas de aprender y los conocimientos prácticos.

Una cosa son las competencias que los universitarios consideran clave y otra aquellas sobre las que creen tener un mayor dominio. En este aspecto, el estudio revela que este colectivo es consciente de su déficit en idiomas, comunicación verbal, creatividad e innovación y ofimática, así como la capacidad de presentar en público productos, ideas o informes.

Adiós al Opsil

Aunque las universidades canarias lograron, a última hora, salvar el Plan Universitario de Empleo (PUDE), gestionado por las fundaciones empresa y financiado por el Gobierno autónomo, el Observatorio para la Inserción Laboral (Opsil) no logró sobrevivir a la disminución de recursos que ha sufrido esta iniciativa. La firma de la séptima edición de este programa, dotado con medio millón de euros, no incluyó la continuidad del organismo dirigido por Luis García (en la imagen), pese al interés de la Fundación Empresa de la Universidad de La Laguna por mantenerlo en el plan. En la situación actual, el PUDE conserva las acciones de orientación e intermediación laboral, emprendeduría y formación que lleva a cabo anualmente la Fundación Empresa Universidad.