Las organizaciones no gubernamentales (ONG) arrancan 2012 con la calculadora en la mano y el miedo y la incertidumbre instalados en el cuerpo de sus responsables. Enero no ha hecho más que comenzar y ya tienen el corazón en un puño, básicamente por las dudas sobre la falta de recursos.

Como dice Leonardo Ruiz del Castillo, director de Cáritas Diocesana en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, buscamos motivos para la esperanza, pero 2011 "lo cerramos con unos tintes bastante dramáticos, con un 20% de incremento de las demandas de ayuda con respecto a 2010 en Canarias".

Según Ruiz del Castillo, a pesar de haber tenido "bastante suerte" en 2011 como consecuencia de la ayuda proporcionada por varias asociaciones y empresas particulares que organizaron actos cuya recaudación fue destinada a Cáritas Diocesana de Tenerife, además de las colectas de las parroquias los primeros domingos de mes y el de Corpus, que también se destinan íntegras a esta organización, pero lo cierto es que esto solo les ha servido para paliar la situación y la fuerte demanda de ayudas que han tenido.

Por otro lado, lo que han hecho es implantar una política de "priorización" de aquellas familias más necesitadas "en detrimento de otras, que se derivan a otras entidades o a los propios ayuntamientos para ser atendidas. Lamentablemente tenemos que hacer eso porque no podemos, no nos llega", expresó apenado.

Gracias al personal de la organización, tanto contratados como voluntarios, "podemos afrontar esta difícil situación, aunque ellos también se desesperan" ante la falta de recursos. Para muestra, lo que ocurrió recientemente en el barrio de Ofra, en Santa Cruz de Tenerife, donde el pasado mes de septiembre, con unos ingresos de 520 euros, se tuvo que atender a 67 familias", manifestó.

"Podría ser muy dramático si la gente tuviera que dejar de colaborar con Cáritas, esa es la realidad". Por eso cuentan conque este año se retomen las actividades que tan fundamentales fueron para esta ONG el pasado año.

Además, la precarización llega a otro colectivo, y que no es otro que aquel que dispone de una pensión, subsidio o un simple salario, que tiene que soportar el mantenimiento de toda una familia y que por su puesto han tenido que revisar todos sus gastos. Eso ha implicado que muchos de ellos "hayan tenido que bajar su cuota de colaboración o incluso eliminarla, en el peor de los casos", aseveró

Ayudas a menores

En una conversación mantenida con uno de los responsables de una organización que trabaja con menores y que ha solicitado expresamente no ser mencionado en este reportaje, la descripción de las dificultades se repite, exactamente igual que la falta de recursos.

Actualmente se encuentran en medio del período de negociación de las cantidades aportadas por las diferentes administraciones, por eso recuerdan que se encuentran en una etapa "especialmente sensible, donde cualquier detalle podría complicar las conversaciones en un año especialmente difícil".

A diferencia de Cáritas de Tenerife, nuestro interlocutor manifiestó que ni recurriendo a las donaciones particulares podrían salvar el año, de tal manera que, de no obtener los recursos que necesitan, se verían abocados "al cierre"

"Nosotros llevamos soportando déficit, año tras año, toda la vida. La administración nos da 52 euros por dieta y niño, cantidad que está muy por debajo de las necesidades reales que tiene cada menor", aseguró. Esta asociación cifra el mantenimiento en 82 euros por individuo, con lo que arrastra un descubierto de 30 euros por cada uno que, multiplicado por el número de días que tiene el año, arroja una cantidad de casi 100.000 euros de deuda.

El responsable de esta organización, que mostró su deseo de quedar en el anonimato, nos manifestó que está "tremendamente preocupado" puesto que, producto de la crisis económica, han perdido socios, otros han bajado la cantidad donada e incluso el número de voluntarios ha menguado.

El caso se repite pues, igual que le ocurre a otro contactado por este periódico, se reproducen los mismos problemas y similares apuros para sacar adelante a aquellos ciudadanos a los que prestan ayuda.

"Dar una limosna es bueno, es fácil, pero lo importante es ser solidario, es decir, sabiendo que a mí me cuesta darlo, lo doy porque sé que hay unas necesidades mayores que las mías". Esa diferencia entre dar una limosna y ser solidario es "justo lo que estamos viendo", relató.

Para dar una pincelada sobre cuál es el escenario en el que se mueven y las necesidades que tienen, nos habla de que en muchas ocasiones tuvieron "muchas donaciones de las que sobraban y de las donaciones que sobraban, ahora no hay ninguna".

Asimismo, apuntó que hay gente que quiere ayudar, pero si la Administración no pone más medios, siempre va a ser insuficiente. Lo que no tiene sentido, añadió, es que "se nos exija una calidad, un servicio y una atención y no se pongan los medios para que eso se manifieste".