Desde el comienzo de la democracia existen muchas facilidades en España para crear medios de comunicación. El sector ha desembocado en una crisis profunda, ya no sólo por el momento económico actual sino también porque se han tirado los precios de la publicidad, tal es la competencia, y porque en los medios actúa una jauría de indocumentados, no profesionales, sin cultura, ni pedigree humanístico, sin oficio (pero sí beneficio), una suerte de desalmados que han degradado esta profesión a la que ni siquiera pertenecen.

Tal es el caso de canales de televisión y emisoras de radio en las que se insulta, se vitupera, se arremete contra personas constantemente, en la más absoluta impunidad. Se ha confundido la libertad con el caos. Locutores vociferantes que insultan a diestro y siniestro; personajes deplorables, frikis inmisericordes que pueblan horrorosas tertulias en las que no se dice una sola verdad, se juega con la dignidad de las personas y con su honorabilidad y se crea en las Islas y en España un clima de crispación terrible.

Los programas llamados "del corazón" de algunas cadenas nacionales son auténticos libelos, en los que se comercia impunemente y sin pudor con la vida privada de sus tertulianos, se abusa de la ignorancia de ciertos bufones invitados y se crea en el país un clima de horterismo rampante, sin solución de continuidad.

Algunos de estos personajes no tienen reparo en insultar a familiares, ex novios, ex novias, ex amigos y conocidos, bien directamente, bien veladamente, convirtiendo los canales de televisión y las radios, sobre todo, en bazofia pura. Su falta de formación -y de información- les hace transgredir constantemente los límites de la ética, pero sobre todo de la estética, hasta relegar su profesión -no la profesión de periodistas, porque ellos no la ejercen- a niveles de estercolero.

Es cierto que no son éstos precisamente los programas más vistos. Sus índices de audiencia, en general, son medianos, nunca los más altos. Pero algunas cadenas han encontrado en este tipo de espacios un medio relativamente barato de hacer televisión, manteniendo a una cuadrilla de indocumentados que se meten constantemente con otros indocumentados, a los que se permiten bautizar con calificativos rimbombantes como "princesa del pueblo" y otras lindezas. Qué asco.

Este es el nivel de país que tenemos, mientras se multiplican los parados, el absentismo escolar llega a límites brutales, las familias se destruyen y los impuestos suben. La verdad es que nos merecemos otra cosa y no a estos personajes efímeros que se apoderan de las ondas sin que nadie pueda impedir este atraco.