La tribu hace aguas. El periodismo en España desapareció desde que los periodistas se volvieron protagonistas de la noticia. El anti periodismo es ese que hace, por ejemplo, el tal Enrique Sopena, el tipo del pelo blanco y cara contrariada que no está de acuerdo con nada en las tertulias de la tele y que sólo se escucha a sí mismo.

Los tertulianos formaron, con el zapaterismo, frentes a la izquierda y a la derecha. La ola de tertulianos que llevó Zapatero a las televisiones lo embadurnó todo. No se puede -o al menos no se debe- hacer el periodismo sectario de Ana Pastor, ni hay por qué aguantar la algarabía que monta esa pequeña gran mujer, María Antonia Iglesias, que ya fue compensada por el PSOE con la jefatura de Informativos de TVE. Luego están los conversos, como "Janli" Cebrián, que coqueteó con el franquismo -también fue jefe de la cosa en la tele oficial- y ahora ejerce, a nivel de alto ejecutivo, de pontífice de la izquierdona encuevada en "El País". Manías del pobre Polanco.

En esa tele oficial española, la misma noche del último escrutinio, un tipo que creo que es gallego, izquierdoso a tope, todavía cuestionaba, cuando las cifras se disparaban, el triunfo del PP por amplia mayoría. "No es tan amplia", repetía el bobo como un catequista, ante el estupor de los presentes y supongo que de la propia audiencia.

El tal Juanito Cruz, periodista de "El País", al que una señora medio sorda confundió una vez en la radio con otra señora a causa de su voz del flautista de Hamelin, no ha escrito nunca un artículo político sin criticar a la derecha. Es decir, que para este periodista tan imparcial, todo lo de la izquierda es bueno y todo lo de la derecha es malo. Genial, Juanito, eres un tipo grande. Es un decir.

Ahora los tertulianos se han vuelto un poquito más moderados, porque les ha entrado una especie de canguelo bolsillero. Ya no se estilan las entrevistas agresivas; han pasado a la historia gracias a los oyentes, sobre todo a los de la tele, que hacen zapping cuando un periodista se pasa de mala baba porque el que tiene enfrente no le agrada o porque sus gustos políticos son diferentes. Los gustos de la gente han cambiado y ahora los espectadores lo que quieren es que les digan cómo pueden llegar a fin de mes.

Me interesa a mí poco, un suponer, el sueldo de don Juan Carlos, porque yo sé que el señor rey va a llegar a fin de mes, no como uno. En fin, que el periodismo un poco de salón, el amable y el que hace preguntas inteligentes, ha vencido -con la entrada del país en la normalidad- a la agresividad chinche de la muchachada zapaterista.