Las primeras encuestas conceden casi quince puntos de ventaja al PP sobre el PSOE, a más de dos meses de la celebración de las elecciones generales, nunca anunciadas con tanta anticipación.

Al mismo tiempo de las malas noticias para unos y las buenas para otros, alarma la falta de datos sobre Coalición Canaria, cuyo líder, Paulino Rivero, no aparece en los sondeos, que estiman -algunos de ellos- que la coalición nacionalista podría quedarse con un solo escaño en el Congreso. O con ninguno.

Hace muchos años que CC no logra una buena representación en las Cortes Españolas. Está claro que va a perder el senador por Tenerife y, dado lo que está ocurriendo en el resto de las islas, se puede quedar sin ninguno. Y lo más alarmante es que en la encuesta que publica el periódico El Mundo el pasado domingo, realizada por Sigma 2, ni siquiera aparece Paulino Rivero entre los políticos más conocidos y valorados, y sí Iñigo Urcullu, Duran i Lleida, Rosa Díez, etcétera.

¿Qué está pasando en CC? Los demás partidos nacionalistas del Estado han manifestado, con más o menos insistencia, su fondo independentista. Es absurdo titularse nacionalista sin tener como fin próximo y rotundo la independencia del territorio que representan. Coalición Canaria sólo "juega" al nacionalismo, captando el voto sin arriesgar nada. Y esto se acabó. O se definen o mueren. No les queda otra.

Estas próximas elecciones las ganará el PP de Rajoy con mayoría absoluta. Será la única forma de devolverle al país lo que los sectarios socialistas le quitaron. El Estado ha permanecido en una completa zozobra institucional, mientras la política española la ha hecho Europa. Con poco criterio, porque tenía la Unión que haber sido mucho más dura con España en lo de la reforma del empleo, que no ha quedado resuelta, ni quedará en esta legislatura. Mientras el despido no se equipare al de los países más avanzados de Europa, como Francia, Alemania o el Reino Unido, el empleo no volverá y una legión de trabajadores permanecerá malviviendo -bueno, algunos no tanto- en las oficinas del paro.

También se hace preciso un cambio en los líderes sindicales, que siguen posturas del siglo XIX, viviendo de las riquezas de todos, que ahora son pobrezas de todos -menos de los propios sindicatos, que viven muy bien a costa del esfuerzo de los que trabajan-.

Es posible que en las próximas legislativas Coalición Canaria desaparezca. Entonces habrá llegado la hora de pedir cuentas a sus líderes. Y no digan, tras la debacle, que todo ha sido una consecuencia de la crisis de los nacionalismos. De los malos y sin contenido, sí. De los otros, no.