Buena suerte para los que están, para los que vienen, para los que queden y para los que se fueron. Para los que nunca quisieron estar aquí -que son los que siempre desearon estar lejos- y para los que tienen deseos de llegar esta vez. Para los que no alcanzaron a entrar en 2007 y para los que renunciaron a su escaño antes de tiempo. Para todos ellos, buena suerte.

Fue el único mensaje compartido que ayer transmitieron los responsables de los tres grupos parlamentarios y el presidente regional en su despedida de legislatura desde el Parlamento. Ese, y también que, bueno, que en esta legislatura igual hubo más crispación de la que convenía y que a lo mejor hay que plantearse comenzar con mejor disposición la próxima.

Y es que el Gobierno tan unicolor como minoritario y nacionalista que preside Paulino Rivero tuvo que vérselas -y deseárselas- al inicio de la legislatura con un Partido Socialista Canario (PSC) liderado por Juan Fernando López Aguilar que no le daba tregua.

Eran tiempos de bronca casi asegurada en cada pleno, en cada comisión. Aguilar no perdonó nunca que los perdedores de los comicios pactaran por su cuenta para sumar sus votos y que montaran un Ejecutivo sin los socialistas.

También eran tiempos en los que el pacto de gobierno entre Coalición Canaria (CC) y el Partido Popular (PP) parecía llamado a sobrevivir todas las adversidades. Juntos respondían a una oposición envalentonada que descartaba, casi sin excepción, cualquier acuerdo o acercamiento.

Pero las cosas cambiaron a lo largo de estos últimos cuatro años y los nacionalistas pasaron de tener que lidiar con esa crispación a su actual soledad tras la salida de Soria del Gobierno porque Rivero se negó -tal y como pretendía el líder nacional del PP, Mariano Rajoy- a precipitar la caída del presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Estilos distintos

Y es que las diferencias actuales entre los dos antiguos compañeros de poder nunca han alcanzado en la Cámara los niveles de confrontación que existió cuando Aguilar estaba al frente del PSC. Por el contrario, populares y nacionalistas son más partidarios de lanzarse dardos envenenados -los cambios en la ley presupuestaria o Lifeblood, por ejemplo- pero, eso sí, manteniendo el tipo.

Rivero ayer confió a los ciudadanos la valoración última de esta, "la legislatura de las personas" -denominada así por él mismo-. Evitó de esa forma replicar al balance efectuado por su antiguo socio de gobierno -e incómodo rival electoral- y al portavoz socialista, Francisco Hernández Spínola.

Incluso el portavoz nacionalista, José Miguel Barragán, que calificó como "satisfactoria" la legislatura, admitió que se quedaba con una sensación "agridulce" porque el Parlamento no solucionó los problemas de la ciudadanía canaria.

Barragán insistió en que este mandato ha estado limitado por la crisis en un intento por defender las "dolorosas" medidas que le ha tocado sacar adelante al Ejecutivo.

Soria mismo apuntó ayer que esta legislatura ha sido la de más crispación y radicalidad en la etapa democrática de las Islas y abogó por que la entrante sea más serena, moderada y menos tensa.

Spínola aprovechó su intervención para preguntarle -sin llamarlo por su nombre- cómo es posible que se exprese en esos términos, como si esa crispación y radicalidad no tuviera que ver con él, pese a haber sido el vicepresidente regional y consejero de Economía y Hacienda durante tres años y medio de los cuatro que tiene la legislatura. Por su parte, el portavoz socialista confesó sentirse "frustrado" porque las instituciones que dependen del Parlamento -Consejo Consultivo, Audiencia de Cuentas y Diputado del Común- hayan quedado pendientes de renovar. "No es positivo que la Cámara incumpla las normas que se da a sí misma", lamentó. "Es reconocer que se ha fallado".

Spínola también lamentó que en el Parlamento se haya "hurtado o dificultado" el control de la gestión de la Administración al negarse a dar respuesta a las cuestiones que planteó el PSC, a lo que Rivero replicó que su Gobierno es el primero que ha respondido a las preguntas en todos los plenos y a petición propia.

En cuanto a la actividad parlamentaria, Soria celebró como un logro el freno a la "proliferación legislativa" y calificó como "positivo" que no aumente el número de leyes en las Islas. "No hacen falta más leyes, sino que sean más claras y que se puedan cumplir", apuntó.

En este sentido, la sesión de ayer sirvió para aprobar las dos últimas iniciativas legislativas impulsadas por el Ejecutivo, mientras que el Gobierno y el grupo nacionalista prefirieron dejar morir otras cuatro a la espera de mejores tiempos, a ver si hay consenso.