La revista científica sueca Geografiska Annaler Series A- Phisical Geography, de la Universidad de Upsala, ha pu- blicado una artículo firmado por los investigadores de la Universidad de La Laguna José Bethencourt-González y Pedro Dorta Antequera, en el que se reconstruye una tormenta tropical devastadora acaecida en Tenerife entre el 6 y 9 de noviembre del año 1826, de características similares a la tormenta subtropical "Delta" de 2005 y que, a su juicio, se pude clasificar como el peor evento meteorológico de la historia del Archipiélago.

El estudio revisa los daños causados, especialmente las pérdidas humanas, dada la disparidad de cifras que históricamente se han barajado. También ha verificado que este suceso -conocido como huracán o tormenta de San Florencio- puede calificarse como ciclón tropical, la categoría superior dentro del conjunto de perturbaciones de origen tropical.

Los eventos meteorológicos de fuerte intensidad de precipitación o viento no son nuevos en la historia de Canarias, pues los ha habido en diciembre de 1645, enero de 1713, octubre de 1722, noviembre de 1922 y enero de 1957, entre otros. Sus efectos se han repartido por diferentes sectores de las Islas causando gran cantidad de daños, pero ninguno de ellos tuvo repercusiones tan importantes e intensas como las de esta tormenta de 1826.

Según el estudio, las rachas de viento debieron de ser superiores a las de "Delta". Además, las precipitaciones fueron muy superiores a las recogidas en los eventos meteorológicos extremos de los últimos años. Los autores del artículo aventuran la posibilidad de que en algunas áreas se recogiesen cantidades superiores a 500 milímetros de precipitación y que, en amplios sectores de las Islas, se superasen ampliamente los 100 milímetros en 24 horas.

Los daños fueron incalculables: en el recuento realizado por los investigadores, solamente en la isla de Tenerife fueron destruidas más de 600 casas de particulares. A ello se suman los daños causados en los montes y en la agricultura, con pérdidas de suelo que pudieron superar el 30 % en algunas áreas.

Pero las mayores pérdidas se registraron en vidas humanas, pues las fuentes consultadas hablan de "infinidad el número de muertos", de "cadáveres flotando" en los días posteriores a la tormenta, debido al arrastre producido por la imponente fuerza de los barrancos. Según el recuento de la documentación disponible, sólo para la isla de Tenerife pudo haber 298 fallecidos.