DESDE luego, renovar, lo que se dice renovar, Paulino Rivero no ha renovado casi nada. La canariona María del Mar Julios, especialista en llevar a la hoguera de la Inquisición a periódicos que no le bailan el agua a Las Palmas, es la vicepresidenta del Gobierno y la consejera de Empleo, etc. Esto, cuanto menos, es un insulto a Tenerife. No hay persona más sectaria a la hora de las desigualdades que esta mujer que ni siquiera bebe agua de esta isla. O casi.

Lo demás ha sido una remodelación tan light y tan poco convincente que nos asusta. Parece como si no hubiera personas en Canarias más capaces que los de siempre. La única cara nueva es la de un tal Bañolas, médico de Las Palmas, que al parecer preside los residuos de CC en aquella isla. Poco bagaje para un consejero de Sanidad que en todo caso será sietemesino, ya que sólo siete meses va a disfrutar de las mieles del poder.

Desde luego, Paulino Rivero no se ha estrujado mucho los sesos con esta crisis, provocada por la salida en tromba del PP de su Gobierno. Puede que ahora estemos ante el Ejecutivo más flojo desde el inicio de la autonomía. Y sorprenden los cometidos tan diversos ofrecidos a los consejeros. Muchas unificaciones sin ton ni son -Medio Ambiente y Ordenación con Agricultura, por ejemplo-; parece ilógico que Turismo no disponga de una consejería, si nosotros, los canarios, vivimos de esta industria, y que el cometido del departamento lo asuma el propio Rivero. En fin, una chapuza como una casa de grande.

No están claras, por otra parte, cuáles serán las posturas de la nueva oposición: PP y PSC-PSOE. Mientras López Aguilar sostiene que la ruptura fue una mascarada, que estaba pactada, los populares dicen que en el no revelado documento de Madrid, firmado por Coalición con el PSOE, se recoge un pacto de no agresión, ahora, y de Gobierno tras el 2011. Desde luego, las carantoñas de Rivero a Zapatero hacen presagiar lo peor.

El resumen de esta crisis es el patetismo del resultado. Un desastre. Una chapuza, decidida deprisa y corriendo. Dicen que muchos de los cargos menores que el PP colocó en sus extintas consejerías van a seguir en activos. Entonces, ¿tendrá razón López Aguilar? Es pronto para responder a preguntas cuya respuesta ni siquiera conoce el presidente del Gobierno de Canarias y director de esta orquesta desafinada. Tan desafinada que nos asusta no poco.