En estos días se cumple un año desde que el primer centro de atención a personas con trastornos de conductas graves abría sus puertas en el Archipiélago dentro del recinto hospitalario de San Juan de Dios y tanto los profesionales, como los familiares de los usuarios e incluso estos mismos coinciden en que la valoración difícilmente podría ser más positiva. "Han sido 365 días muy duros, con muchos sobresaltos y de mucho esfuerzo debido al perfil de los usuarios pero, sobre todo, ha sido una etapa que, aunque corta, nos ha permitido comprobar que las situaciones prácticamente de desesperación en las que se encontraban muchas familias pueden reconducirse y mejorarse hasta el punto de que puedan llegar a convivir con estar personas con normalidad", explicaba este viernes la psicóloga coordinadora del centro, Carolina Pérez, minutos antes de comenzar una fiesta con motivo del primer aniversario con la que los propios usuarios quisieron agasajar a sus familias.

"Hay que tener en cuenta que cuando se abrió el centro recibimos a chicos y chicas muy diferentes. Algunos venían de otros recursos y otros nunca habían salido de sus casas, así que el periodo de adaptación fue lento y duro para los profesionales porque trabajamos a personas que en ocasiones son muy violentas y llegan a golpear, morder, gritar, etc.", indica Pérez.

Un ejemplo de esta situación es que el número de profesionales (cuidadores, educadores, enfermeros, trabajadores sociales y psicólogos) se tuvo que duplicar pocos meses después de este recurso comenzara a funcionar.

"Ahora mismo hay 34 plazas residenciales y 13 de centro de día ocupadas, y hay alrededor de 45 trabajadores que se reparten en tres turnos y que abarcan las 24 horas del día", admite. Sin embargo, aún quedan 17 plazas libres (entre residenciales y de centro de día) debido a que la crisis impide a las instituciones responsables hacer frente al mantenimiento económico que supondrían ocuparlas.

"Es una pena que no todo el mundo pueda beneficiarse de esto, porque para nosotros -que hemos tenido que esperar muchísimos años para que nuestro hijo pudiera estar en un centro como éste-, es lo mejor que nos ha podido pasar. ¡Él ha cambiado tanto y para mejor!, reconocían ayer don Juan y doña Ester, un matrimonio de Gran Canaria que no duda en trasladarse hasta Tenerife cada quince días para pasar los fines de semana con su hijo. "Antes, y me refiero a hace poco más de seis meses, era muy agresivo y no había manera de hacer nada con él. Ahora ha aprendido a comportarse, es más social y no sólo se queda con nosotros en el hotel, sino que vamos a almorzar y cenar por ahí y se porta fenomenal", dicen emocionados.

Lo mismo explica don Luis, padre de Luis, uno de los jóvenes que ha encontrado la oportunidad de regresar a Canarias con la apertura de este centro psicopedagógico, puesto que hasta ahora (y ante la falta de recursos especializados) había estado en varias instalaciones de la Península. "Yo tengo un criterio que quizás otros padres no tengan porque puedo comparar este centro con otros del mismo tipo y la verdad es que los supera a todos, no sólo por las instalaciones y los programas, sino sobre todo porque yo no he visto más cariño y más atención personalizada en ningún otro lugar. "A mí me gusta más", interrumpe su hijo.

Y es que pese a que se trata de personas con trastornos de conducta graves, los profesionales que los tratan aseguran que, si no tienen una gran discapacidad mental, pueden llegar a normalizarse y a integrarse socialmente.

Prueba de ello es un programa pionero y que ha sido premiado gracias al cual algunos de los usuarios del centro han aprendido reflexología. "Fue una auténtica sorpresa porque muchos aprendieron tan rápido y tan bien las técnicas para mejorar la circulación sanguínea y linfática a través del masaje de los pies que incluso se han convertido en monitores y van por el Hospital San Juan de Dios", explica orgullosa la responsable del centro, antes de pensar en voz alta que para muchos de estos chicos y chicas la entrada en el centro está suponiendo superar muchos obstáculos que le impedían relacionarse con los demás y ser más felices consigo mismos.

Mercadillo solidario

Los residentes y beneficiarios diurnos del Centro Psicopedagógico ubicado en el complejo hospitalario San Juan de Dios de Santa Cruz de Tenerife han creado, dentro del taller de manualidades, todo tipo de adornos, motivos de decoración y figuritas navideñas que venderán en un mercadillo situado a la entrada del centro a partir de mañana. "Para ellos es una experiencia que no se puede explicar, porque les sirve para comprobar que el trabajo que llevan realizando durante meses le gusta a la gente e incluso se lo compran. En esos momentos entienden lo que es el esfuerzo y la satisfacción de que sea reconocido y valorado por los demás. Respecto a las ganancias, lo que más les gusta es emplearlo en tomar algo en la cafetería o en ir a comer hamburguesas todos juntos… Si es que al fin y al cabo no son tan diferentes como la gente se cree", sentencia la responsable del centro Carolina Pérez.