LOS ABUCHEOS, silbidos y peticiones de dimisión dedicados a Rodríguez Zapatero el Día de la Hispanidad no forman parte de un rito, como él se esfuerza en decir. Ni tampoco han sido proferidos y orquestados por la extrema derecha, como miente Rubalcaba. ¿Por qué no pensar que responden al descontento de los ciudadanos hacia un hombre y un Gobierno erráticos que arrastran el país al caos? ¿Es que siempre van a mentir, a encontrar respuestas embusteras, incluso para lo obvio?

Zapatero le ha pegado fuego a España y a Canarias. Demuestra su descontento la Guardia Civil, se le manifiesta el Ejército (a causa de leyes que le afectan y que no gustan a sus miembros), ha logrado politizar de forma lamentable la policía, la cifra de parados en la península española sube al 20,5% de la población activa -la más alta de los países de la OCDE-. España y Canarias están empobrecidas, fuera de combate, ya que el paro en las islas llega al 30%, una cifra jamás conocida en Occidente. Los bancos no prestan un euro, las empresas piden agua por señas, en Canarias hay 70.000 personas que no tienen para comer, que no reciben ayuda alguna, y la cifra sigue aumentando. ¿Es todo esto también obra de la extrema derecha, señor Rubalcaba?

Los pitos, los abucheos y los gritos de dimisión son una consecuencia del mal gobierno del país. Nada más y nada menos. Que Zapatero se tenga que esconder, subiendo a la tribuna de una parada militar por la puerta trasera, es un acto de cobardía. ¿No es acaso más digno dar la cara? Y, si tanto le molesta el descontento ciudadano, que se vaya. Que se vaya a su casa y que deje a otro en su lugar, a cualquiera, que lo va a hacer mejor que él. Ya no puede cambiar la historia: pasará a ella como el peor presidente de la democracia española. Como un hombre que mintió compulsivamente a los ciudadanos y que arrastró al país al desastre más absoluto.

Parece, pues, pueril, asociar el comportamiento del pueblo de Madrid a la extrema derecha. Hasta para justificarse son tremendamente torpes. La gente lo que hace es manifestar su protesta. ¿Son también de la extrema derecha los que dieron vivas al rey y al príncipe? Estos socialistas ya han gastado todos sus argumentos en intentar quedar bien. La imagen de un presidente entrando por la puerta de atrás nos parece patética. ¿Quién no recuerda ahora a un hombre valiente, como Adolfo Suárez, valiente hasta para dimitir cuando vio que la situación se le escapaba de las manos, provocada su muerte política por los mismos a los que ayudó a vivir en paz y en democracia? Estos de ahora son los herederos de aquellos cobardes. Váyanse ya.