En las aguas canarias habitan unas 40 especies de medusas, desde las grandes e imponentes que alcanzan el medio metro de envergadura hasta las microscópicas y, al contrario que en otros mares, la condición oceánica de las islas favorece que no haya plagas importantes de estos organismos marinos, capaces de esquilmar bancos enteros de huevos y larvas de peces.

Así lo indicó Fátima Hernández, conservadora de Biología Marina del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife que aclara una de las creencias más populares en torno a estos organismos: "las llamadas aguavivas no son medusas", un error tan común como llamar peces a los delfines.

Es también frecuente confundir con medusas a la "fragata o carabela portuguesa" (Physalia physalis), cuya picadura puede llevar a la muerte a personas alérgicas, y que en realidad es un sifonóforo, un organismo que pertenece al mismo grupo que las medusas, los cnidarios. De hecho tan parientes de las medusas son los "sifonóforos" (las aguasvivas) como puede serlo un coral o una anémona.

"Muchas medusas urticantes causan problemas en zonas de costa. Es decir, el problema puede ser originado por dos tipos de organismos diferentes, pero emparentados", añade.

Los biólogos marinos del Museo de Ciencias Naturales, dependiente del Organismo Autónomo de Museos y Centros de Cabildo de Tenerife, y de otras instituciones científicas canarias estudian tanto las medusas como los sifonóforos, que son organismos del plancton (se dejan llevar por las aguas).

Los sifonóforos son un grupo "complejísimo" y peligroso de animales que forman colonias de individuos especializados, es decir, unos dedicados a la alimentación, otros a la reproducción, otros a la defensa y así sucesivamente.

"Lo que vemos en superficie es una membrana llena de gas de tonalidad violeta, pero debajo del agua hay toda una amalgama de filamentos, algunos provistos de células urticantes que son muy peligrosos y que han afectado a bañistas del Mediterráneo y del Cantábrico", detalla.

También se encuentran en Canarias aunque se trata de organismos que viven en el océano, en mar abierto, pero en determinadas épocas las corrientes y vientos los acercan a la costa, sobre todo en enero y febrero.

Se puede desencadenar una plaga tanto de medusas como de sifonóforos por condiciones anómalas, por ejemplo, aumentos bruscos de temperatura, y puede acabar con bancos de larvas y huevos de peces porque estos organismos son "voraces consumidores", señala Hernández, quien reitera que ambos grupos son urticantes.

No obstante, los problemas son más frecuentes en el Mediterráneo por las condiciones de este mar, más cerrado y donde un aumento de temperatura y la llegada de vientos "que favorecen la presencia de nutrientes" puede provocar que proliferen, lleguen a costa y causen malestar a los bañistas.

Otro fenómeno curioso en las aguas es lo que se conoce como "marea roja", vinculado con organismos vegetales microscópicos que pueden hacer que el mar "se tiña de rojo, amarillo o marrón". Este tipo de fenómenos no se produce en las aguas canarias.