HACE poco más o menos un mes, en un programa de radio, el escritor, periodista y catedrático Juan-Manuel García Ramos hizo una de esas declaraciones tajantes que tanto le agradan. "De seguir las cosas así", dijo, "España se puede ver fuera de la Unión Europea, más pronto que tarde".

Hace dos días, a quien quiso oírlo, el gurú de la economía Nouriel Rubini, el primero que pronosticó la crisis financiera mundial, dijo que "España es una amenaza inminente para la unión Europea" y añadió que este país podría romper la unidad monetaria del Viejo Continente.

La noticia hizo caer las bolsas y, además, coincidió con la publicación de los malos resultados del BBVA, que influyeron, poderosamente también, en los comportamientos del mundo financiero y concretamente del indicador español Ibex 35, en los días siguientes a la publicación de los datos referidos a esta entidad bancaria.

Aunque el presidente del banco Europeo, Trichet, no comparte los malos augurios de Rubini y cree que la unión económica es sólida y lo seguirá siendo, todo parece indicar que la economía española se está desintegrando ante la pasividad del Gobierno de Zapatero, que no ha arbitrado ninguna medida para parar la caída en picado de este sector.

Ya ven ustedes la publicación de la EPA del mes de enero. El Gobierno de Madrid ya ha dado sus tradicionales excusas, pero no van a quedar palabras para definir este descalabro que afecta ya a cientos de miles de empresas en toda España y a millones de personas.

Mientras tanto, Zapatero continúa con su política de subsidios en España e intentando arreglar Europa sin poner orden en su propia casa. Su desprestigio como gobernante es tal que en las instituciones europeas lo tienen ya como un iluminado, incapaz de dirigir la Unión durante los próximos meses.

El Gobierno español no quiere oír hablar de abaratamiento de los despidos, cuando es una exigencia fundamental de toda política económica moderna. Tampoco llega a las pequeñas y medianas empresas, que son las que aligeran las listas de parados (y no los subsidios), la financiación necesaria para subsistir. Con todos estos parámetros, tan sencillos de solucionar, aparecen las palabras del gurú Rubini, tajantes: "España es una amenaza inminente para la Unión Europea". Rubini resta importancia a las crisis griega y portuguesa porque estima que España (y los otros países citados no) posee una economía grande que si entra en crisis compromete el sistema financiero de toda Europa.

La bolsa continúa con sus desvaríos mientras el BBVA es el primer gran banco español cuya morosidad llega al 4% y anuncia una drástica caída de sus beneficios. Zapatero parece no enterarse de nada.