Lleva poco más de una semana en la presidencia del Consejo Escolar de Canarias -es la primera mujer que desempeña el cargo-, pero acumula una importante experiencia en este organismo de consulta y participación, en el que hasta ahora ocupaba la secretaría. María Dolores Berriel asume el "reto apasionante" de encauzar las aportaciones de la comunidad educativa en un momento marcado por la crisis económica y por el convencimiento generalizado de que la formación es el elemento esencial que permitirá salir de ella.

¿Tiene la sensación de que accede al cargo en un momento especialmente convulso?

Sí lo es, pero también es un momento con expectativas y esperanzas. Por la crisis económica y social, y también por los resultados educativos, que no son los deseables en el ámbito nacional y en Canarias, se hace necesario caminar y no quedarnos estancados. Es un momento difícil, pero hay que regenerarse y salir fortalecidos.

¿Comparte entonces la visión de que la crisis puede suponer un momento de inflexión?

Con una mirada histórica, las crisis suelen servir para soltar lastre, buscar nuevos caminos y afrontar nuevos planteamientos. No podemos instalarnos en el pesimismo y el inmovilismo. Se pasa mal, pero debe servir para evolucionar hacia estadios superiores.

¿Hay más conflictos en torno a la educación en Canarias que en otros lugares?

En las Islas somos muy sensibles respecto a la educación, pero eso también ocurre en otras comunidades. La educación es uno de los sistemas básicos del Estado del bienestar. En torno a ella se depositan casi todas las expectativas. Miramos a la educación para que prepare, para que compense socialmente, para que integre a los inmigrantes... Eso influye para que todo el mundo hable de educación y hace que el sistema sea tan sensible y complejo.

¿Cree necesario articular un pacto en Canarias a semejanza del que se está negociando actualmente en el Estado?

En su momento habrá que mirar hacia Canarias. Por ahora estamos enfrascados en el marco estatal. Apostamos por la estabilidad normativa y por garantías de financiación para poder abordar las cuestiones clave del sistema, como la mejora de la calidad, la disminución del abandono escolar y el "rescate" de muchos jóvenes que no tienen formación. Aún no hemos entrado en un pacto para las Islas, pero no lo desechamos. En su momento reflexionaremos sobre qué haría falta para que en Canarias también se llegue a un acuerdo.

¿Cuáles han sido las principales propuestas del Consejo Escolar para ese pacto nacional?

Trasladamos a la consejera de Educación que no puede quedarse en un pacto entre partidos políticos. Queremos que sea un pacto social, que la sociedad se involucre y reconozca el valor de la educación. Eso debe trasladarse a las familias, a las organizaciones sociales y a los medios de comunicación. Debe articularse también un pacto institucional entre el Ministerio de Educación y las comunidades autónomas y también entre las comunidades y las corporaciones locales y los cabildos, que asumen gran parte de la educación no formal, como las actividades extraescolares o los planes de lectura.

¿Por qué cree que se ha perdido en parte el prestigio social del docente?

Va aparejado a la situación socioeconómica y a los cambios históricos. Hemos pasado de una educación minoritaria y selectiva a una más democrática, en la que la formación del profesorado tampoco ha ido al ritmo que debía. También hemos ido desde una sociedad muy directiva y autoritaria hasta el otro extremo. Hay que reconducir la situación y encontrar el centro. Lo que pasa en la sociedad se traslada a la escuela, y ese reconocimiento también lo han perdido otras profesiones. Hay que retomar valores como el respeto, el esfuerzo, la superación...

¿Está cumpliendo el sistema educativo canario su papel de compensación de desigualdades e integración?

Hay centros educativos canarios pioneros y vanguardistas en los que la integración es una realidad. Queremos estudiar cómo extender esas experiencias. ¿Está cumpliendo la escuela su papel compensador? En parte sí y en parte queda trabajo que hacer. Si los alumnos siguen abandonando prematuramente y no tenemos los niveles de éxito escolar que deberíamos tener, hay que pedirle más a la escuela, pero también hay que ponerle los medios necesarios.

El año pasado el Consejo emitió un informe muy crítico con los planes del Gobierno para reformar la FP. ¿Cómo se están aplicando esos cambios?

Vamos a empezar a estudiar la memoria del año pasado. No puedo entrar en esa valoración concreta. La posición del Consejo es la que explicitó entonces. Lo que sí puedo decir es que estamos estudiando la Ley de Economía Sostenible, que tiene unos capítulos dedicados a la FP. Las modificaciones que propone ya las hizo el Consejo Escolar de Canarias hace más de diez años. La conclusión es que hay que escuchar más a la comunidad educativa, porque normalmente la sensibilidad de muchos sectores no es caprichosa.

¿Hay suficiente cultura de participación en la comunidad educativa?

Falta. El Consejo Escolar es, en este sentido, un órgano atípico, porque se participa muchísimo, hay mucha asistencia a los plenos. En la sociedad en general falta más participación. Actualmente trabajamos para que se establezca toda una red de participación a través de los consejos municipales e insulares. Llevamos dos o tres años trabajando para que se constituyan esos consejos. Los de Fuerteventura y La Palma están muy adelantados. Permitiría tejer toda una red participativa y habría mayor corresponsabilidad si toda esa estructura se implica en la educación. También las familias y las federaciones de padres están haciendo un buen trabajo, pero hay que extender más su participación. Según las estadísticas, ésta es mayor cuando el niño es más pequeño y se va dejando de participar a medida que crece.