HACE FALTA ser tan acomplejados y machangos, tan prepotentes y torpes, para llevar el chauvinismo hasta extremos siderales. Los rectores de la Caja Insular saben perfectamente que si en Canarias hay una Caja grande esa es la tinerfeña; y que la otra, la suya, la Insular, ha estado en varias ocasiones a punto de dar el toletazo. La primera vez, el Banco de España tuvo que enviar a Las Palmas un avión lleno de billetes para atender la retirada de fondos de los clientes y evitar el pánico. ¿Ya no se acuerdan? Pues esto ocurrió. Es verdad que hace muchos años.

Las manías de grandeza del canarión, ese fanfarronismo, la fantasmada pura y dura, son marcas de la casa. Quieren bautizar a la pequeña Caja Insular con el anagrama de GranCaja. Con dos cojones. No se les pone nada por delante, llevan la fanfarria agotadora de la copia hasta el ridículo. No tienen medida, están siempre dispuestos a copiarlo todo: el Carnaval, la Fiesta de los Indianos, todo. Con tal de echar la pata por encima a Tenerife.

¿Es que no recuerdan que Olivia Stone, cuando vino a las Islas, a finales del XIX, escribió su famosa crónica de viajes con el nombre de "Tenerife y sus seis satélites"? Pues uno de esos satélites era, y naturalmente es, la isla de Canaria, que de grande tiene poco si la comparamos con otras de este archipiélago.

Pero no, ellos llevan sus neuras hasta los extremos. No sólo organizan cualquier cosa para hundir a Tenerife -sin conseguirlo- sino que también quieren anteponer el absurdo "Gran", que ni tienen ni merecen, a una entidad bancaria y de ahorro de segundo nivel que hace mucho tiempo que tenía que haber sido absorbida por la Gran Caja de Tenerife.

Es de esperar que no lo consigan y que sigan tirando con su pequeña entidad, politizada y empobrecida, a la que salvarán de la quema sus nuevos aliados. Enfrente tienen a una entidad como CajaCanarias, bien gestionada, bien saneada y nada politizada. Una entidad capaz de servir a Tenerife y a Canarias entera, sin complejos, sin manías de grandeza, con la obligación ineludible de trabajar por la provincia tinerfeña y por Canarias en general. Sin las machangadas de anteponer un "Gran" a un nombre hermoso y universal: el de Canarias.

En Las Palmas tienen siempre que sacar la patita. En todos los terrenos. Pretenden mamárselo todo, siempre ha sido así; pero no sólo eso, sino que también quieren jugar al equívoco para favorecer sus intereses, tantas veces oscuros. Lo del Gran no sólo es una venganza, sino un engaño. Que lo sepa todo el mundo.