SI ESTE PERIÓDICO, el más leído de Canarias, ha conseguido, por una vez en su vida política, que Zapatero no mienta a los canarios, habremos puesto una pica en Flandes. Ayer se celebró la cumbre Estado-Canarias. Dice Paulino que fue una cumbre bilateral; ¿casi reconociendo a Canarias como nación, por tanto? El problema de Zapatero no es que venga a prometer cosas; su problema es cumplirlo. Se ha hablado de leyes del Menor y de Extranjería; se ha hablado de dinero para renovar la planta hotelera y de dinero para promoción. Pero, ¿se habló del mar de Canarias, del mar que nos pertenece porque nos lo hemos ganado a pulso? ¿Se habló de la crisis del plátano? ¿Y de las inversiones públicas? ¿Tuvo tiempo Paulino de plantearle a Zapatero la reorganización de la justicia? ¿Se cercioró nuestro presidente de que Zapatero va a cumplir lo que ha prometido? ¿Se habló, siquiera por un momento, de que el canario quiere ser libre y no que los godos le corten el pico con una azada?

Si Zapatero cumple lo que ha prometido, la visita suya y de sus ministros no será estéril. Pero si Zapatero viene en son de paz a la colonia y luego envía al vociferante López Aguilar a insultar a nuestras gentes, a nuestros políticos democráticamente elegidos, a la gente sensata de Canarias, para nada valdrá el esfuerzo. Nosotros no creemos en el presidente del Gobierno de España. ¿Y saben por qué? Pues porque nos ha mentido a los canarios con reiteración y con mucha falta de respeto.

Ignoramos el tono de la conversación entre ZP y Rivero. Este último es un hombre tolerante y sensato, en el que los canarios hemos depositado esperanzas. Tiene una extracción social humilde y es capaz de estar más cerca del que sufre que del que hace sufrir. Hasta ahí, perfecto. Pero, ¿ha tenido Paulino Rivero carácter y demás para poner en su sitio al presidente? ¿Para decirle que no venga con milongas sino con los millones bajo el brazo para compensar tanta ignominia, tanta marginación y tanta desatención histórica? Está claro que las Canarias no se venden, pero estas islas quieren su parte del pastel. Faltaría más. Antes de que se dé el gran paso a la independencia, que es la meta de todo canario de bien, este archipiélago alejado y olvidado pretende que el Estado español le compense por todas las desigualdades y los olvidos que ha ejercitado contra la tierra que le ha defendido a costa de muchas vidas a lo largo de los siglos.

Si lo que se quiere vender de este viaje es verdad y se cumple, muy bien. Pero nosotros no vamos a caer en triunfalismos decimonónicos, ni en clásicos cantos de sirena. Zapatero, ya que vino -que se podía haber quedado en Madrid-, que cumpla. Por lo menos para reivindicar su papel ante la historia. Y ha hecho muy bien en quitarse de encima las abejas en este viaje. Ya saben a quiénes me refiero.