Hasta la revista Newsweek ha reconocido nuestra condición de colonia española virtual. La verdad es que el artículo parcialmente reproducido por la prensa española no ahonda lo suficiente en el sentimiento creciente de independencia que manifiestan los isleños, atribulados por las malas prácticas de España sobre nuestro pueblo. Pero ahí queda.

Tarde o temprano, Canarias abrazará su condición de nación, sin violencia ni trampa, siguiendo dictados legales de los organismos internacionales que no dudarán en respaldar la voluntad de los isleños. Los "tempos" -como dicen los cursis-; ahí está la clave. O adoptamos un procedimiento de velocidad para cumplir los fines previstos o marchamos a ritmo lento. Cuanto más ralenticemos el procedimiento más caerán sobre nosotros las insidias del Estado. Canarias, por historia y por méritos, merece ser una nación independiente.

El pasado viernes fue presentado el libro de Juan-Manuel García Ramos "La intrahistoria del nacionalismo canario". Se ofrecen en él muchas claves para entender el proceso de formación de la idea nacionalista y se aportan otras de futuro. Pero, aún asumiendo el valor compilatorio del libro y las excelentes ideas nacionalistas progresistas que aporta su autor, es preciso ir más deprisa. No podemos aceptar un proceso demasiado largo que desvirtúe la propia ansia del canario de ser él mismo, sin engaños de España y de sus gobernantes. Engaños históricos que nos han desarmado como pueblo.

El único camino que tiene Canarias es dejar de ser colonia; que nos juzguen nuestros jueces, que nos acusen nuestros fiscales, que nos atiendan nuestros funcionarios, que nos enseñen nuestros maestros, que nos gobiernen nuestros políticos, que recaude nuestra propia agencia tributaria, que nuestros impuestos reviertan en nosotros mismos, que nuestras promociones turísticas sean propias, que tengamos nuestras compañías aéreas y marítimas, que legislemos para nosotros, que seamos nosotros mismos los que determinemos nuestro modelo fiscal, sin cortapisas de España, que podamos limitar la población de este Archipiélago saturado de gente ociosa, que aprobemos nosotros mismos nuestro sistema aduanero y nuestra política de alianzas con otros países, que revisemos si Europa sí o Europa no, o al menos cómo será nuestra relación con el continente. Todo esto, y mucho más, conforma el camino hacia la independencia.

Lo que ocurre es que antes existía un miedo atroz a escribir todo lo que decimos y ahora no. Por lo menos, desde este periódico se ha contribuido grandemente a que el canario no tenga miedo. A que el canario luche. Como lucharon los guanches.