La diputada autonómica de CC Dulce Xerach Pérez está incómoda en su grupo. Asegura en su blog que no hacen caso a sus propuestas, que no la escuchan. Pérez está molesta, pero lejos de lavar la ropa sucia en casa prefiere hacerlo a través de internet. Su grupo la llama a capítulo y organiza una reunión para expresarle a la diputada por Tenerife su malestar ante afirmaciones del tipo de que Paulino Rivero no ha sabido cogerle la talla al puesto de presidente del Gobierno. Que le queda grande, en pocas palabras. Que no entendió su discurso porque no casa con las cosas que pasan en Canarias o que se ningunean sus propuestas. En el seno de CC han sentado mal sus palabras, pero en la mayoría de las redacciones de medios de comunicación han provocado hilaridad y sorpresa. Lo más curioso de todo es que quizá, y de esto nadie dice nada, la parlamentaria tenga razón. Quizá fue incluida en las listas para cubrir la "cuota" del ex presidente del Gobierno, Adán Martín.

Ésta es sin duda una de esas cosas que, junto a la subida de sueldos que aprobaron sus diputados, nos dejan a todos asombrados y abochornados. La otra es el nombramiento, hecho público ayer mismo, de que el diputado Miguel Cabrera-Pérez Camacho, será a partir de ahora portavoz del Grupo Popular en la Cámara. Sin duda se trata de un brillante orador y de un hombre de la máxima capacidad intelectual. El mismo que hace escasos días dirigió unos insultantes versos contra la diputada socialista Francisca Luengo, a la que no sólo acusó de financiación irregular del PSC, sino a la que dirigió palabras imposibles de repetir en este texto. Pues bien, como premio, y sin respetar al menos las formas y esperar un poco a que se enfríe la polémica, los populares lo convierten en su voz habitual en el Parlamento. Por más que por ahí se hable de la posibilidad de que dicho movimiento se deba a un cambio en el Gobierno de Canarias, en el que podría entrar la hasta ahora portavoz, María Australia Navarro, lo cierto es que ésta es otra de las cosas que no nos dejan de sorprender en el edificio de Teobaldo Power.

Un edificio, por cierto, está, al parecer, que se cae. Peligra la techumbre y se lo comen los insectos. Pero no sólo eso, sino que aún no se ha resuelto del todo la cuestión fundamental de su expropiación ilegal, ya que todavía no ha cobrado la totalidad de sus dueños. En realidad, mirando lo que ocurre en el Parlamento, teniendo en cuenta estas cosas o el hecho de que realmente se vaya a crear una comisión para estudiar la desaparición de niños -cuyas competencias son estatales- no parece que lo peor sea la carcoma. Lo peor es nuestra clase dirigente.