Las reacciones del naufragio de la patera a 20 metros de la costa de Lanzarote, donde murieron 25 personas, llegan también desde los países subsaharianos que exportan población en cayuco, como Mauritania, Senegal, Gambia o Guinea, tal y como señalaron a EL DÍA observadores internacionales, quienes precisaron que en esa zona de África se culpa a España de la tragedia, argumentando que la vigilancia de las costas canarias está desatendida.

Así lo señalaron esas fuentes, conocedoras de los hechos de primera mano, por permanecer de forma habitual en los citados países, donde, aunque parezca paradógico, la última tragedia conocida no ha frenado la decisión de salir en cayuco.

La idea que se ha difundido por la costa africana es que España ha vendido a bombo y platillo que el Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) garantiza la detección de las embarcaciones con inmigrantes y asegura que lleguen a puerto en buen estado, algo que no ocurrió en el caso de la patera que volcó a 20 metros de la costa de Lanzarote al chocar con una roca.

El buen o mal funcionamiento del SIVE en la isla conejera llegó la pasada semana hasta el Congreso de los Diputados, donde distintos grupos del Gobierno central solicitaron al ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que explicara la verdad del hecho.

Ha quedado de manifiesto que los radares del SIVE desplegados en Lanzarote llegaron a detectar la patera naufragada, aunque los operarios no actuaron iniciando el protocolo, ya que se confundieron con otros miles de señales parecidas producidas por fuertes olas.

Hay que tener en cuenta que había mar de fondo, con fuerte oleaje.

Además, la patera cambió de rumbo ya cerca de la costa norte de Lanzarote y se dirigió hacia el sur de la Isla.

Los ecos de la barca en el radar fueron verificados horas después, al revisar las grabaciones, y las tres señales de la patera aparecían entre otros miles similares, por lo que no fueron tenidas en cuenta y nadie dio la alarma para iniciar el procedimiento de rescate, según indicaron mandos de la Guardia Civil unos días después de la tragedia.

Responsables de la Benemérita aseguraron que "los radares reciben continuamente destellos que son analizados por el radarista de turno conforme a un protocolo". "Los tres destellos producidos aquel día por la embarcación fueron muy breves y, como tantos otros, no superaron el filtro establecido", según los expertos.

"Sólo revisando las grabaciones una vez conocido el naufragio fue posible relacionarlos con lo ocurrido. No hubo ninguna negligencia", concluye la Guardia Civil.

La delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias, tardó unos días en reconocer la realidad. Puede ser que no conociera el informe interno realizado por la Guardia Civil donde se reconoce que no se activó el protocolo, a pesar de que llegaron los ecos.

Es conocido con seguridad que el SIVE no falla y que los radares envían la información en tiempo real a la pantalla receptora.

Darias añadió que "existe un protocolo para ver a partir de qué intensidad y nivel de reiteración en el tiempo deben ser tenidos en cuenta" los ecos y valorar que no sean "ecos falsos".

En este sentido, recordó que aquel día "el estado de la mar era muy malo y las olas daban muchísimos ecos que aparecieron en muchas ocasiones en la pantalla".

En opinión de la delegada del Gobierno en Canarias, "hay que ser extremadamente prudentes y rigurosos", al tiempo que solicitó "que no se haga una instrumentalización política de este asunto por la gravedad del mismo", algo que le resulta "incalificable".