Alrededor de 12.000 personas forman parte en España de grupos urbanos violentos. Algunos han encontrado en el creciente descontento social su caldo de cultivo y, agazapadas tras la pancarta de las protestas, han intentado apoderarse del movimiento pacífico que se inició con el 15M. En algunos casos lo han conseguido, aseguran fuentes policiales, que recuerdan cómo la actuación violenta de estos grupos se convirtió en la verdadera protagonista de la primera convocatoria del 25S, acaparó los telediarios y dejó en un "breve" la movilización de 400.000 personas que protestaban contra el Gobierno.

Aunque la Policía ha controlado los conatos violentos, no se puede menospreciar un resurgimiento de la violencia de las bandas porque "no son cuatro amigos".

David Docal, director del Centro de Estudios e Iniciativas sobre Discriminación y Violencia (Ceidiv), lo tiene claro y pide más control para que España no se convierta en un nido de grupos violentos con su propio espacio político, ni estos lleguen a ser la "guardia pretoriana" de líderes de ideología extrema.

No todos se han "infiltrado" en la pancarta. Los expertos diferencian varios grupos, entre ellos los Skinhead, divididos en antifascistas y nacionalsocialistas. Rapados y con estética similar, solo les diferencia la marca de la ropa y comparten la filosofía "el pueblo para el pueblo".

Los antifascistas tienen tres ramificaciones: los Redskin, los Sharp y los Rash, mientras que los neonazis o nacionalrevolucionarios se dividen en Sangre y Honor, de origen inglés; Hammersink (el skin del martillo), procedente de EEUU, y los Volksfront (frente obrero), cuya intención es unir el movimiento.

Por su parte, los antisistema se reparten en punkis, anarquistas y okupas. Todos creen que la violencia es el camino y sus llamados "centros sociales okupados", donde en ocasiones se celebran acciones ilegales, han llegado a ser refugio de terroristas tras un atentado.

La Policía considera a los ultras del fútbol bandas violentas, que tienen en este deporte la excusa para compartir una ideología racista y extrema.

Anonymous, grupo urbano que ejerce la violencia contra empresas o los estados a través de internet provocando daños económicos incalculables, y los Bakalas, supervivientes de la música bakalao y protagonistas de robos, peleas y tráfico de drogas en el interior y exterior de discotecas, están también en el punto de mira de la Policía.

Pero las que más preocupan por su violencia son las bandas latinas, como Latin King, Trinitarios o los Ñetas, aunque también pequeñas "franquicias" con un puñado de miembros que siembran el terror entre los alumnos de colegios o institutos, a los que roban sus pertenencias.

La Policía cree que estas bandas seguirán poniendo muertos en las calles y ha observado su interés por hacerse con el mercado de la droga, ya que están llegando a acuerdos con los gitanos en algunos barrios de Madrid.

Lo peor, dicen los expertos, es la implantación en España de las "maras". Más crimen organizado que grupo urbano, están empezando a llegar, aunque no alcanzarán el grado de violencia de México, Honduras o Guatemala.

"Son como las hormigas. Primero lanzan cuatro o cinco para ver cómo está el terreno y luego llega la marabunta", describe un policía.