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El riego limita la recuperación

La falta de agua dificulta el cultivo de 500 hectáreas de plátanos en

La Palma | El sector tardará cinco años en volver a la normalidad

Una d elas fincas de plátanos afectadas por la ceniza del volcán. | | ARTURO RODRÍGUEZ

Armarse de paciencia y cruzar los dedos. Es lo que les espera a los plataneros de La Palma que todavía hoy ven como el volcán, a pesar de llevar más de cinco meses apagado, impide la normalización de las cosechas. No será hasta dentro de dos años cuando se recupere el 90% del sector y en el mejor de los casos habrá que esperar un lustro para igualar las producciones que existían antes de que la lava arrasara los cultivos que encontró a su paso. Así lo explica Domingo Martín, presidente de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan), quien asegura que aunque la ceniza ya ha dejado de ser un problema, las limitadas condiciones de riego provocan que unas 500 hectáreas estén todavía sin cultivar. Y eso sin contar con el 10% de la producción de la isla– unos 12 millones de kilogramos— que quedó sepultada bajo la lava.

«Todavía hay zonas en las que no llega el agua, en las que quedan 30 millones de kilogramos que no están cultivados y para recuperar todo eso tendremos que esperar un par de años para que el sistema funciona a la perfección», afirma Martín, quien asegura que los terrenos más afectados son los ubicados en Hoyas-Remo, Hoyo Verdugo y otras zonas entre coladas. El presidente de Asprocan apunta, además, que aunque cada día se dan pasos hacia la recuperación hay todavía algunos puntos a los que los agricultores no han podido acceder.

La recuperación se alargará, como mínimo, unos dos años debido a que la cantidad de agua de riego que llega ahora a esas zonas a través de desaladoras es «insuficiente». «Una sola planta de plátano necesita de 25 a 30 litros por día», explica Martín, quien reconoce que una de las mayores preocupaciones del sector es que no llegue suficiente agua durante los meses de verano. «Hay que volver a replantar las plantas pequeñas, hay que regarlas con más frecuencia y nos da miedo perder esas plantas que tienen un coste económico elevado», explica. Los plataneros temen que las desaladoras provisionales fallen en algún momento y esto tenga consecuencias irreparables para la recuperación.

A pesar de los miedos y la preocupación por el futuro el representante de los plataneros asegura entender «los plazos» de reconstrucción de las instalaciones en las zonas más afectadas por la va. «De primeras siempre piensas que todo va despacio, pero cuando hablas con los expertos en la materia y te explican las complicaciones a la hora de distribuir el agua y las autorizaciones necesarias lo ves desde otro punto de vista», afirma Martín. Dejando de lado el entendimiento, lo cierto es que al sector productor le hubiera gustado «que la parte del agua estuviera funcionando de manera más eficiente» desde hace un par de meses.

Aún así, los plataneros consideran que la administración, hasta el momento, ha ido respondiendo a las exigencias que ha tenido el sector. Aunque consideran que gran parte del éxito de la respuesta viene de la «gran organización» de los trabajadores. «Hay mucha tradición de tomar acuerdos y estar organizados, así la administración gestiona todo más rápido y los plazos no son tan largos», explica.

También consideran que ha estado a la altura la respuesta desde Europa. Los agricultores agradecen seguir recibiendo las ayudas para suplir la «práctica totalidad de las pérdidas que han tenido», aunque desde Asprocan afirman que tendrán que seguir trabajando para que los que han perdido las fincas «puedan recuperarlas». Los plataneros temen que el foco en el conflicto de Ucrania y el desvío de fondos hacia esa parte de Europa «haga que se olviden de los compromisos con La Palma».

Las fincas cubiertas por la lava, que representan el 10% de la producción de la isla, tendrán que esperar, en el mejor de los casos, unos cinco años para recuperar el ritmo perdido. «Es muy complicado, hace falta poner a los propietarios de acuerdo y que la administración responda desde el punto de vista legal y financiero», explica Martín, quien confía en que «si todos empujan» se consiga en un lustro. Son 500 familias las que perdieron la finca bajo el volcán, sin contar con la cantidad de trabajadores que al no haber producción se han quedado en ERTE.

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