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Manos, talento y tecnología isleños

Aunque prolifera el trabajo operario, en Canarias hay profesionales a la vanguardia del país en digitalización y tecnificación

La España ‘tech’, la Canarias ‘obrera’ | ILUSTRACIÓN: ADAE SANTANA M. Á. Montero

Basta con una simple búsqueda en Google para ver la notable diferencia entre los perfiles laborales más demandados en Canarias y los más demandados en España. Mientras que en las Islas los trabajos con más demanda son manuales –camareros, peones, dependientes–, en el país cada vez se buscan más profesionales relacionados con las tecnologías de la comunicación y la información. No obstante, hay en el Archipiélago profesionales a la vanguardia del país en actividades muy intensivas en digitalización y tecnificación.

Miguel García es uno de los muchos camareros que hay en Canarias. Un trabajo entre los más demandados de las Islas y también «muy sacrificado», de ahí que no quiera lo mismo para su hija, a la que insta a que estudie una carrera. Una realidad que convive con la de Francis Rodríguez, desarrollador back-end. Miguel, Francis, el cocinero Samir Dadlani, el peón del transporte D’Angelo Silveira, el ingeniero de fiabilidad del sitio Antonio José Fernández, la encargada de selección de personal Eugenia Soriano y la limpiadora Carolina Collazos tienen todos algo en común: todos contribuyen a mover los engranajes de la misma economía, aunque en ocasiones haya quien reste importancia a determinadas tareas. Son esos a quienes Carolina Collazos llama «quisquillosos». «La gente se cree que cualquiera puede limpiar», explica esta profesional, y lo cierto es que ni todo el mundo sabe limpiar ni todo el mundo sabe ser albañil, es más, ni siquiera saben en qué consiste. «Me gusta mi empleo porque es curioso, me permite aprender y hacer cosas diferentes todos los días», dice el albañil Ruymán González. Y curiosidad despiertan las ocupaciones de Rafael Fuentes, profesional del software; de Wendy López, responsable de planificación estratégica, creación de marcas y comunicación; del experto en ciberseguridad Unai Mata; y del ya mencionado Antonio José Fernández, eminencia en el campo de la Ingeniería de Fiabilidad en España.

Erika Montoya, diseñadora web de experiencias de usuario, es otro de esos ejemplos de la Canarias metida de lleno en los tiempos de la digitalización, ámbito en el que quizá se desempeñe en el futuro el joven administrativo Pablo Moreno, que trabaja en un astillero pero que sigue formándose de cara a lo que esté por venir. Y en lo que esté por venir seguirá siendo imprescindible la labor de Fátima Guillén en los ensayos clínicos. Como las de Esther Godoy, peón industrial; Paula Socorro, que representa a esos miles de rostros que nos atienden en los comercios; Tino Salvador, peón de la construcción; y Julián Moreno, peón agrícola.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

La agricultura corre por las venas de Julián Moreno de 53 años. Este canario lleva más de cuatro décadas trabajando de peón agrícola en varias fincas de las Islas y aunque reconoce que es un trabajo que requiere de mucha fuerza física asegura que cualquier «cuerpo» puede acostumbrarse. Los cortes y los golpes marcan la piel de Moreno. Se crió en el campo y sueña con jubilarse pero «sin separarse de la agricultura», ya que piensa dedicar su tiempo libre a sus propias plantaciones. Si Moreno pudiera dar marcha atrás al reloj reconoce que estudiaría para ser electricista o fontanero aunque, según sus palabras, «ya es tarde para arrepentirse de las decisiones tomadas». No se queja del sueldo y asegura que «le da para vivir». Lo que sí cambiaría Moreno es «el calor que pasa en los invernaderos de las plataneras», pero a pesar de la dureza de sus tareas, el agricultor reconoce que siempre ha tenido tiempo para la familia, los amigos y un poco de ocio.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

Miguel García comenzó su vida laboral a los 14 años fregando los suelos de un bar en el que trabajaba su hermano mayor, y tan solo unos años más tarde ya tenía una bandeja repleta en la mano. Hoy con 62 años este camarero mantiene la alegría del primer día a pesar de que considera que el trato con los clientes se «ha enfriado». Echa de menos las charlas y las tertulias de sobremesa. Para este camarero el covid no solo se llevó muchas vidas y empleos, también impactó en el modo de relacionarse con los clientes. «Ahora hay mucho restaurante fino y pocos bares de batalla, como los llamo yo», lamenta García, que a pesar de amar su trabajo reconoce que no volvería a escoger meterse en el mundo de la hostelería. «Es un trabajo muy duro, muy sacrificado», asegura el canario, por lo que recomendó a su hija que estudiara una carrera y se alejara de los trabajos vinculados al sector. «En este mundo no entra ninguno de los míos», afirma entre risas.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

Con tan solo 12 años Carolina Collazos acompañaba a su madre a trabajar de limpiadora en oficinas y casas particulares y jamás pensó que llegaría a amar su trabajo. Más de 20 años después comparte profesión con su progenitora y asegura ser «de las mejores» en el sector. «La gente se cree que cualquiera puede limpiar, pero no es así», defiende Collazos para quien lo más negativo de su trabajo es encontrarse con «clientes quisquillosos», a pesar de ser estos los que conducen a la limpiadora a mejorar. La exigencia es importantísima para esta trabajadora que defiende que se debería «valorar más el trabajo de las limpiadoras». Antes de dedicarse al sector, Collazos estudió auxiliar de veterinaria, se metió en el Ejército y trabajó de cocinera en varios locales, pero los horarios no le permitían conciliar su vida familiar. Ahora acaba de ser madre por segunda vez y asegura que su empleo le facilita la adaptación de los horarios. A pesar de estar «muy contenta» con su empleo no descarta estudiar cocina o algún curso «vinculado con los barcos». Collazos reconoce que si volviera a tener 18 años estudiaría la carrera de Arquitectura o Bellas Artes.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

«Estaré en el sector de la construcción hasta que el cuerpo aguante», afirma Tino Salvador, de 53 años. Transportista en una empresa de mariscos, mozo de almacén y ahora obrero, para este canario cualquier trabajo es «igual de importante». Cuando comenzó en el mundo de la construcción «había mucho trabajo» por lo que el canario no dudó en aprovechar «la corriente». La clave del éxito, según Salvador, está en adaptarse y asumir las responsabilidades y las tareas de cada oficio. «Pasé casi diez años en paro, por lo que considero un auténtico regalo tener un trabajo», explica este canario que reconoce que si en el futuro surgiera un oferta que conllevara menos «esfuerzo físico» no se lo pensaría dos veces. «No es lo mismo estar sentado en una oficina durante ocho horas que estar en una obra bajo el sol», aclara Salvador. El obrero no es capaz de desconectar del trabajo cuando llega casa, porque allí siempre hay «arreglillos» que hacer.

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Samir Dadlani lleva toda su vida rodeado de fogones. Con tan solo ocho años comenzó mezclando ingredientes y ahora con 26 trabaja de cocinero a nivel profesional. Sus abuelos son de la India por lo que siente predilección por la comida hindú. Reconoce haber sacrificado «muchísimas cosas» por dedicarse a la cocina pero asegura no arrepentirse de ninguno de sus pasos. «El camino ha sido duro, pero me ha permitido aprender muchísimo y conocer gente maravillosa», afirma. La ansiedad ha estado presente en algunas de las etapas de la vida de este cocinero cuando vio que el trabajo ocupaba la mayor parte de su tiempo, pero Dadlani finalmente encontró un empleo que le ha permitido disfrutar de otros aspectos de su vida. El canario sueña con tener su propio restaurante y trabajar para sí mismo y asegura que lo que aparece en los famosos programas de televisión no es la realidad. «La cocina es dura, y la fuerza mental es lo más importante», aclara.

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Nexo es una empresa canaria consultora de recursos humanos en la que Eugenia Soriano es socia directora. Con 25 años de experiencia en el sector, ha ido aprendiendo gracias a su propia experiencia pero afirma que, en la actualidad, lo habitual es que para desempeñar el cargo de técnico de selección de personal se estudien carreras como Administración y Dirección de Empresas y luego se realicen formaciones específicas, como un máster en Recursos Humanos. Así, la formación en este campo es bastante accesible en lugares como Canarias. Aunque se trata de un puesto al alza en la actuliadad, Soriano puntualiza que «hay otras profesiones mucho más demandas», sobre todo relacionadas con la informática porque «no tenemos programadores web en las Islas». A las personas que quieran convertirse en técnico de selección de personal, Soriano les recomienda que empiecen haciendo prácticas en empresas para descubrir en qué consiste este trabajo.

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Como desarrollador back-end, Francis Rodríguez diseña aplicaciones que se utilizan en la nube, y no en un ordenador, tal y como suele ser habitual. Es CEO y fundador de la empresa grancanaria PC Seguridad y su labor se enfoca directamente al teletrabajo. «Esa era nuestra visión de futuro que, con la pandemia, se ha convertido en nuestro presente», explica el desarrollador quien colabora en que «las empresas rompan el vínculo con la oficina usando las aplicaciones en la nube a través de cualquier dispositivo, no solo el ordenador». Él ayuda a que las empresas ahorren en costes de mantenimiento de servidores porque el trabajo en la nube es más barato. En su caso, cuenta con el título de programador y ha realizado cursos para especializarse en el desarrollo back-end. «Las universidades canarias no están a la altura en cuanto a programación», por lo que los interesados en este sector tienen que salir fuera a estudiar o hacerlo de manera on line.

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Unai Mata es experto en ciberseguridad en Secuora, una compañía tecnológica tinerfeña especializada en proporcionar servicios y soluciones de ciberseguridad a empresas y organismos públicos. Para desempeñar esta profesión estudió Ingeniería Técnica Informática en la Universidad de La Laguna y reconoce que es una ocupación que cada vez es más demandada. De hecho, en su empresa buscan actualmente a tres personas para contratarlos como expertos en ciberseguridad, pero la labor está siendo complicada. «Es casi imposible porque hay mucha demanda a nivel mundial, nacional y local pero no hay perfiles profesionalizados», comenta el experto quien comenta que el boom en el sector se produjo hace un lustro. Lamenta que empresas canarias como la suya «no podemos competir con los sueldos que se ofrecen a nivel nacional e incluso en el extranjero, porque nos encontramos ante una profesión que se puede desempeñar de manera remota».

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Fátima Guillén es coordinadora de ensayos clínicos en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria. Estos responsables hacen de nexo entre pacientes, investigadores y el promotor del ensayo clínico: «Nos encargamos de que la guía del ensayo se cumpla, tal y como aparece en el protocolo; coordinamos las pruebas del paciente y orientamos al investigador; y todo lo que hacemos lo subimos al cuaderno de recogida de datos para que el promotor revise el trabajo». Para desempeñar la labor de responsable de ensayos clínicos es necesario contar con una titulación en Ciencias de la Salud, Biología o Farmacia a las que luego se suma algún máster y un curso de buenas prácticas. En el caso de Guillén, es técnico de laboratorio. Efectivamente, se trata de una profesión cada vez más demandada puesto que, si bien hace años, únicamente se realizaban ensayos clínicos relacionados con la oncología, ahora se realizan en diferentes ámbitos médicos.

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D’Angelo Silveira nunca se imaginó que acabaría trabajando en una empresa de reparto de agua, pero ahora asegura que «no lo cambiaría por nada del mundo». Este uruguayo de 43 años lleva ya dos décadas en Canarias y ha pasado por distintos trabajos como limpiador de coches, mozo de almacén o camionero. Silveira asegura entre risas que «cargar cajas» le permite ahorrarse el dinero del gimnasio y afirma que el contacto con los clientes es lo mejor del empleo. «El horario no es lo mejor del mundo, pero siempre saco tiempo el fin de semana para el resto de mi vida», explica. Este repartidor de agua no paró de trabajar ni un solo día durante la pandemia al considerarse un trabajo de primera necesidad. Según Silveira la demanda de estos puestos de trabajo ha crecido en las Islas a raíz del confinamiento ya que son los empleos que se mantendrían «si volviera a ocurrir lo mismo que en 2020», explica el uruguayo.

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Fundadora y directora de Silk Marketing, una consultora especializada en planificación estratégica, creación de marcas y comunicación, Wendy López se dedica a establecer la posición de una empresa en el mercado, así como el punto al que quiere llegar a través de la consecución de diferentes objetivos y estrategias. Se trata de un trabajo que se realiza en equipo y, aunque muchos prefieren llevarlo a cabo de manera remota, López destaca la necesidad de la relación directa entre los miembros del equipo. El cargo de responsable de planificación estratégica suele ser desempeñado por los propios directivos de las empresas o por consultores externo, que suelen ser ingenieros o economistas, como es el caso de Wendy López, quien añade que «se trata de un perfil combinado, con estudios superiores y cursos de especialización». En Canarias existen pocos perfiles de este tipo, aunque la formación es accesible ya que las escuelas de negocio la ofrecen.

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Las ganas de empezar a trabajar para poder independizarse llevaron a Paula Socorro a ocupar el puesto de dependienta en una tienda de ropa. Peluquera, veterinaria o profesora son solo algunas de las ideas que pasaron por la mente de esta joven de 28 años cuando tuvo que decidir sus estudios tras acabar el Bachillerato. Finalmente escogió Periodismo pero no encontró ninguna oferta laboral que se adaptara a sus necesidades. Su gusto por la moda le permite actualmente disfrutar de su trabajo del que destaca el buen ambiente de los compañeros». No se queja del horario ya que «es compatible» con el resto de su vida. Para Socorro la empatía y la paciencia son dos cualidades necesarias para dedicarse a vender de cara al público ya que, según sus palabras, el trato de muchos clientes es «bastante mejorable». Su sueño es encontrar una oportunidad laboral que le permita combinar su interés por el periodismo y la cultura.

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El padre de Ruyman González solo le dio una opción cuando este decidió dejar los estudios: «trabajas conmigo en la obra». Lo que parecía un castigo se convirtió en la profesión de este canario de 40 años que lleva más de una década trabajando de albañil. González considera que el mundo de la construcción ha cambiado mucho con el paso del tiempo y que las maquinas le han facilitado la «vida a los trabajadores». Los primeros años de trabajo de este albañil fueron «muy duros», pero con el tiempo logró «amar» su profesión. «Me gusta mi empleo porque es curioso, me permite hacer cosas diferentes todos los días y aprender», añade. González considera «muy buenas» sus condiciones laborales actuales pero asegura haber trabajado en otras empresas con «horarios imposibles». González critica que los grandes empresarios «no reconozcan» el trabajo de los albañiles y reclama que los centros educativos de Canarias incluyan una «mayor y mejor oferta» de cursos vinculados al sector de la construcción. Para este albañil lo más importante es la experiencia que otorga el tiempo en la obra. «Hay que empezar desde abajo y poco a poco avanzar», aclara.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

Tras estudiar varios años en Estados Unidos, Pablo Moreno decidió en 2020 volver a las Islas y comenzar a trabajar de administrativo en un astillero de reparación naval. Destaca la tranquilidad de no tener que «trabajar de cara al público» y reconoce que en sus ratos libre sigue estudiando para mejorar sus condiciones en «un futuro». Moreno se considera afortunado porque al salir de la oficina «desconecta del trabajo» y se queja de que actualmente «los jóvenes están muy formados y las empresas no lo valoran». Su sueño: ser influencer o Youtuber y vivir holgadamente sin preocupaciones. Nunca dudó sobre sus estudios, primero Administración y Dirección de Empresas y después una especialización en finanzas. Y reconoce que si volviera a atrás repetiría cada paso de su carrera. «Los jóvenes no saben lo que es trabajar hasta que no llegan al mercado laboral, en la universidad nos lo pintan todo muy bonito», explica entre risas Moreno.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

Erika Montoya detecta las necesidades de los usuarios y plantea soluciones para las empresas que tienen algo que ofrecer a sus futuros clientes. Esa labor la desempeña como diseñadora web de experiencia de usuario en Kreati Studio, una empresa de Gran Canaria que también dirige. Montoya ha estudiado el Grado en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Productos y posteriormente se ha ido especializando de forma autodidacta primero y con cursos luego. «Si sabes cómo llega el usuario hasta una marca, será posible crear una buena experiencia para él, relata la experta, quien añade que este perfil profesional abarca muchos aspectos, como el diseño o la economía de movimientos. Montoya destaca la importancia de esta labor que, sin embargo, no es muy conocida, ni por las empresas ni por los usuarios. Por eso, su gran reto es darse a conocer ya que además cuentan con una gran movilidad y son contratados como colaboradores puntuales por las empresas.

Manos, talento y tecnología isleños A. Saavedra / P. Ginovés

Antonio José Fernández es uno de los máximos exponentes de Ingeniería de Fiabilidad de España y es formador de la maestría universitaria en Ingeniería de Confiabilidad y Riesgo de la ULPGC, a través de Hexia. Estos profesionales trabajan entre el desarrollo y las operaciones y se sirven del software para gestionar sistemas, resolver problemas y automatizar tareas operativas. Se trata de un perfil cada vez más demandado puesto que «crece el nivel de exigencia, tanto desde la normativa de seguridad, como en el mantenimiento de las infraestructuras», comenta Fernández quien añade que el gran reto de la profesión es «lograr una formación reglada porque en la actualidad no está desarrollada en España». Solo se ofrecen actualmente algunas asignaturas puntuales en varias universidades españolas. El experto celebra que sea en Gran Canaria donde se ofrece la formación más específica en este ámbito. Aquí recibimos estudiantes de diversas zonas de Iberoamérica.

Rafael Fuentes

Rafael Fuentes

La comercialización de herramientas de software es la labor principal de Rafael Fuentes, director de Innovación y Proyectos de Voxia Comunicaciones. Estos profesionales ayudan a las empresas a implantar nuevos softwares –tanto los que ya existen y se introducen en las empresas como los que son de nueva creación– que cumplan con las expectativas de los clientes. A pesar de que se trata de un perfil profesional cada vez más demandado, es complicado dar con estos ejecutivos. «Últimamente, dar con cualquier profesional relacionado con la informática es complicado», sentencia Fuentes, ya que «hay un boom a nivel internacional y se están generando grandes proyectos informáticos con una contratación exagerada, de mucha rotación y con la posibilidad de teletrabajar, lo que está revolviendo el mercado». «En el caso de Canarias es aún más doloroso porque aquí se cobra menos y es difícil atraer a los profesionales», concluye.

Esther Godoy

Esther Godoy

Esther Godoy lleva más de cuatro décadas trabajando junto a las máquinas de empaquetado de la Sociedad Cooperativa Agrícola de San Nicolás, en la Aldea (Gran Canaria). Comenzó separando las frutas y verduras con sus propias manos y ahora controla el buen funcionamiento de las máquinas que se encargan de la mayor parte del trabajo. Por ello ha tenido que ir adaptándose a los cambios y modernizándose con cada avance de la maquinaria. Su familia siempre estuvo vinculada a la cooperativa, por lo que no dudó cuando a los 15 años tuvo que decidir entre empezar a trabajar allí o irse de su casa para seguir estudiando. Godoy está «satisfecha» con sus condiciones laborales a pesar de que muchas jornadas dependen de la cosecha. Al echar la vista atrás esta canaria reconoce que si fuera «más joven» estudiaría la carrera de Matemáticas porque siempre «le ha llamado la atención».

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