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Canarias suma 1.500 viviendas turísticas en el año II de la pandemia

Los propietarios vuelven a apostar por esta modalidad de alquiler al ser la

primera opción de alojamiento para muchos visitantes por el miedo al covid

Una turista espera fuera del Aeropuerto Tenerife Sur. Andrés Gutiérrez

El alquiler vacacional se reactiva en el Archipiélago. Después de que el estallido de la pandemia y el cero turístico hicieran emigrar hacia el arrendamiento tradicional a muchos propietarios que explotaban este tipo de alojamientos, este año el número de viviendas turísticas se ha incrementado a pesar de la crisis. En concreto, Canarias tiene 1.500 pisos vacacionales más que en agosto de 2020, según recoge la estadística difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), basada en el número de anuncios publicados en las plataformas digitales donde se ofertan.

Pero, ¿cómo se explica este incremento en uno de los peores momentos que ha vivido la industria turística en las Islas? Los propietarios han vuelto a confiar en esta modalidad de arrendamiento tras comprobar que es un tipo de alojamiento muy demandado por los visitantes que llegan al Archipiélago y que ha sufrido menos las consecuencias de la crisis sanitaria al tratarse de espacios privados. «Son alojamientos burbuja en los que el turista no comparte instalaciones, algo que les aporta mayor seguridad», explica el vicepresidente de la Asociación Canaria del Alquiler Vacacional (Ascav), Javier Valentín.

Una demanda que les ha permitido mantener su ocupación por encima de la de los alojamientos hoteleros tradicionales sobre todo si se trata de viviendas aisladas que cuenten con piscina. La ocupación prevista para la temporada de Navidad supera el 90% de media y alcanza el 100% en aquellas más solicitadas.

El Archipiélago es una de las cuatro comunidades en las que aumentan los pisos turísticos

«Sigue siendo un sector atractivo, que está vivo y los propietarios vuelven a apostar por este producto», recalca, aunque detalla que no se debe olvidar que con este incremento no se cubre la cantidad de viviendas que decidieron abandonar el alquiler vacacional por el tradicional. Un proceso que ya se había iniciado antes de la aparición del coronavirus, pero que se acentuó durante los primeros meses de la pandemia, que dejaron a cero los ingresos de muchos de los propietarios, que tenían que afrontar gastos como el pago de las hipotecas. «Hay que recordar que las bajas alcanzaron un 20%, por lo que todavía estamos en una cifra menor que la que existía antes de la crisis sanitaria», valora.

El aumento del número de viviendas vacacionales no es algo generalizado en todo el país. A nivel nacional se han perdido algo más de 14.500 alojamientos de este tipo. La cantidad solo sube en cuatro comunidades, siendo Canarias una de ellas.

Según esta estadística, en el Archipiélago se publicitaban en agosto de este año, 39.327 viviendas vacacionales, cuando un año antes eran 37.791. Las Islas aglutinan el 12,8% de la oferta total del país y solo Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana la superan en el número total de alojamientos.

Muchos canarios han encontrado en esta actividad un nuevo recurso con el que pueden captar una parte del gasto turístico que antes les era completamente ajeno. Este es el caso de David Báez, que gestiona uno de estos apartamentos en Tenerife desde hace tres años. Asegura que ni siquiera en los peores momentos de la pandemia –cuando tuvo que tenerlo cerrado durante dos meses– se planteó volver a destinarlo al alquiler tradicional. «Opté por esperar y me ha salido bien», reconoce, ya que la media de ocupación a lo largo de este año supera el 85%. «Al principio se notó bastante el bajón, pero ajustando los precios logré que se ocupara y al final el año pasado perdimos solo un 25% de la facturación», explica.

Sin embargo, insiste en que el modelo no es la panacea y aunque sí se obtiene una mayor rentabilidad por la propiedad, hay un mayor volumen de gastos. «A mi me compensa porque hago yo el mantenimiento y la limpieza, lo que implica que no tengo que estar subcontratando», señala.

Báez apuesta por que se siga fomentando esta actividad en las Islas porque puede suponer «una renta interesante para las familias» y considera que enriquece más a los negocios locales. «Reparte más el gasto de los turistas, yo les recomiendo que coman en los restaurantes del pueblo y que visiten lugares a los que de otra manera no llegarían», asegura.

En el lado contrario se encuentra Daura García, que había preparado su piso para ponerlo en alquiler vacacional en Gran Canaria cuando la pandemia frustró todos sus planes. «Iba a solicitar los permisos cuando todo se paró», expone. Y aunque su caso no puede computar como una de las viviendas que abandonó el arrendamiento turístico porque todavía no se había dado de alta, su situación es similar a la que vivieron miles de propietarios en el Archipiélago. «Opté por hacer un alquiler de larga temporada porque no sabía cuánto iba a durar el parón turístico y no podía esperar», resalta. Sin embargo, sí que se plantea alojar a turistas en esta vivienda una vez se vayan los inquilinos. «Creo que será más rentable».

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