El demócrata Joe Biden tomará posesión como presidente de Estados Unidos (EEUU) el próximo 20 de enero. Lo hará en un país sumido en otro episodio surrealista y preocupante de la era de Donald Trump, con cientos de personas asaltando el Capitolio, una de ellas muerta por un disparo, y el republicano repitiendo incansablemente y sin pruebas que las elecciones fueron un fraude para echar más leña al fuego. Muchos esperan que la nueva era con Biden y Kamala Harris como vicepresidenta instaure cuatro años de mayor tranquilidad tanto dentro como fuera de Norteamérica. En el último caso, la Unión Europea (UE) ya se frota las manos ante la perspectiva de que una de las primeras decisiones que tome el nuevo mandatario sea la de eliminar los aranceles con los que Trump castigó a numerosos productos comunitarios para alentar el proteccionismo. Entre ellos, los vinos y quesos canarios, gravados con un 25% en 2019.

Bajo el lema America First (América primero) y con China como principal enemigo comercial –Biden ya ha anunciado que no eliminará los aranceles con el gigante asiático de manera inmediata–, también la UE se vio perjudicada por esta estrategia del republicano. Sin embargo, los países europeos confían en que el demócrata cambie este tenso escenario a corto plazo. “En un mundo abierto las relaciones comerciales son de permanente negociación, pero se prevé que Europa vuelva a ser un área de interés prioritario no sólo comercial sino también político”, explica José María Peredo, catedrático de Política Internacional en la Universidad Europea. Para este experto, el entendimiento político debe derivar en un mejor clima comercial, en el que no se vuelva a poner sobre la mesa la rivalidad “como ha ocurrido en esta etapa pasada”, añade Peredo.

Nuevas relaciones y sectores

Esta crispación se transformó en caros aranceles –que en el caso de los vinos y quesos canarios se temían que llegaran al 100% si Trump repetía mandato– y provocó que en 2019 fueran los pescados, mariscos y crustáceos los productos que lideraran las exportaciones de las Islas a Estados Unidos, con un 23,8% del total, según los datos que ofrece el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a través de Datacomex y que recoge la empresa pública Proexca, dependiente de la Consejería de Economía del Ejecutivo regional.

Ahora, los productores canarios respiran más tranquilos, a la espera de que estos impuestos desaparezcan. “Para Biden, el proteccionismo no es un paradigma, como sí lo ha sido para Trump”, explica el catedrático de la Universidad Europea, que recuerda que no es lo mismo negociar acuerdos más ventajosos para un país que utilizar los aranceles con fines políticos y estratégicos, incluso con los aliados. “Esto va a cambiar con Biden aunque siga habiendo zonas, sectores y productos que requieran negociaciones específicas”, como de hecho se prevé que ocurra en el caso de China.

En 2019, un total de 53 empresas del Archipiélago se encontraban establecidas o contaban con presencia en Estados Unidos. Aun así, la relación comercial entre el Archipiélago y EEUU es testimonial, pues Canarias ocupa el penúltimo puesto entre las 17 comunidades autónomas en cuanto a exportaciones de bienes a Estados Unidos, mientras que en lo referente a las importaciones, se encuentra en el decimotercer lugar.

La reactivación de esta relación dependerá mucho de lo que haga el actual Gobierno central, al menos así lo considera Peredo. “España debe recuperar su credibilidad internacional. Con Trump o con Biden el problema no está fuera, sino dentro. Debemos presentarnos y actuar como un país cohesionado, estable y con un proyecto económico pero también estratégico”, asegura el catedrático, que exige “menos palabras vacías y más ideas con sentido en Europa y fuera de Europa” y resalta la importancia estratégica que tanto el Mediterráneo como Canarias tienen para España. “Hay que saber hacer valer esos activos”, afirma.

La expansión vendrá de la mano de sectores relacionados con el medio ambiente y las energías renovables, pues ambos nichos de mercado se encuentran recogidos tanto en las agendas de los países europeos como en la de los demócratas. “Son actividades que además se verán impulsadas por la crisis actual provocada por la pandemia, que exige una transformación ecológica y digital”, asegura el catedrático en Política Internacional en la Universidad Europea.