Una muñeca que, en vez de un bolso, sostiene un martillo. Su nombre es GoldieBlox y es una manitas que se dedica a crear cosas. Este fue el souvenir que el padre de Valeria Corrales llevó a su hija tras un viaje por Estados Unidos. Ella tenía 6 años y el regalo despertó su pasión por la tecnología. “Con la muñeca venían muchísimas piezas y en YouTube había tutoriales para montar cosas”, recuerda. Ahora Valeria tiene 12 años y un canal propio en YouTube (ValPat) sobre ciencia que comparte con su profesora de robótica y mentora, Patricia Heredia. “Me encantaría estudiar en alguna universidad en EEUU y así descubrir qué tipo de ingeniería me gusta y aprender todo lo posible”, relata.

Valeria Corrales es parte de una generación que ha nacido inmersa en la digitalización y sueña con el camino que Lola Rebollo comenzó a recorrer en 1991, justo el año en que Internet daba sus primeros pasos con el nacimiento de la World Wide Web. Rebollo inicia en 1991 sus estudios de ingeniería electrónica, que finaliza especializándose en microfabricación de semiconductores en la Wilkes University (Pensilvania).

“Siempre me gustó mucho desmontar cualquier aparato que caía en mis manos”, recuerda. Su familia, reticente, la animaba a formarse en arquitectura o sanidad, pero ella se mantuvo fiel a su instinto. Hoy es gerente de Apoyo a la Empresa e I+D+i de INCIBE y colabora con la Comisión Económica Europea como Evaluadora Experta para los programas FP7, Eureka y H2020.

Presente, pasado y futuro

Valeria Corrales y Lola Rebollo personifican el pasado, presente y futuro de la mujer en el ámbito STEM, acrónimo que engloba las profesiones vinculadas con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y la realidad es que, en este sector, sus historias son todavía una excepción. Señala la UNESCO en su informe de 2019 ‘Descifrar el código’, que el interés por estas áreas empieza a perderse en la formación primaria y va decreciendo en los últimos años de la educación secundaria. En esta escalada, solo llegan a la cima tres de cada diez: en educación superior, solo el 35% de los matriculados en titulaciones técnicas son mujeres.

En España el porcentaje es inferior. En el curso 2019-2020, solo el 24,8% de las estudiantes eligieron la rama de Ingeniería y Arquitectura, frente al 70,3% que escogió Ciencias de la Salud o el 61,6% que optó por Arte y Humanidades, según datos del Ministerio de Universidades. Buscando razones a esta bifurcación, el citado informe de la UNESCO da una respuesta rotunda: no hay factores biológicos.

Es decir, las mujeres no nacen a priori con menos aptitud para las ciencias, sino que “los sesgos de auto selección”, que las llevan a no decantarse por materias o carreras STEM, se aprenden. En esta elección son determinantes la socialización y los estereotipos “inculcados desde la niñez”, recoge el documento.

Los referentes, vitales

Si actitudes como la de la familia de Lola Rebollo son habituales, gestos como el regalo que recibe Valeria Corrales son significativos. “Los juguetes, los colores, las profesiones... están excesivamente estereotipadas y eso tiene una consecuencia negativa”, asegura Rebollo, que desde la plataforma STEM Talent Girl trabaja para inspirar, educar y empoderar a niñas, jóvenes y mujeres a que cursen carreras técnicas. En su opinión, es vital desarrollar acciones “de motivación, mentorización o visibilidad de mujeres referentes” desde edades muy tempranas y con un seguimiento para evitar el abandono. Además, anima a las profesionales a compartir su historia para mostrar que “se puede ser ingeniero, científica, tecnóloga, al mismo tiempo que madre, directiva exitosa y/o emprendedora”.

Corrales, elegida 'Niña Inspiradora' en 2018 por la Fundación Inspiring Girls España, coincide en esta idea: “Las niñas no hacen tecnología porque piensan que es de chicos o porque no tienen referentes”. La industria tecnológica es una de las más prometedoras a nivel laboral y es también una de las que menos representación femenina tiene. Según estima la Comisión Europea, solo 24 mujeres de cada 1.000 se gradúan en estudios TIC en la Unión Europea y, de ellas, solo seis trabajan en el sector tecnológico. Sin embargo, una mayor incorporación de las mujeres en el sector tecnológico añadiría hasta 16.000 millones de euros anuales para el PIB conjunto de la UE, calcula la Comisión.

En España, la Agenda España Digital 2025 se incluyen distintas iniciativas con el objetivo de impulsar las competencias digitales y la formación STEM “de la forma más paritaria posible” para cerrar la brecha de género. De la inversión total en este plan de digitalización en 2021, que asciende a 3.750 millones de euros, se destinarán 1.097 millones a las competencias digitales.