Entre las distintas definiciones de Economía Azul, World Wildlife Fund (WWF/Adena) la restringe a “el uso del mar y sus recursos para un desarrollo económico sostenible y rentable”.

Entre las distintas actividades que se pueden incluir en el ámbito de la economía azul sostenible podemos citar la biotecnología; la explotación tradicional de salinas; la gestión de residuos marítimo-pesqueros; las energías renovables marinas; el turismo activo respetuoso con el medio y que contribuye a su conocimiento; las que promueven el estudio y el aprendizaje sobre la costa y el mar; la pesca artesanal; la gastronomía que se provee de la pesca artesanal y km 0; o la consultoría en certificaciones ambientales vinculadas a la pesca sostenible y a la conservación del medio marino. Un ejemplo de ejercer una profesión en este ámbito es Eva Burgos Regalado, que presta sus servicios como observadora internacional en buques pesqueros.

Los observadores pesqueros son defensores y vigilantes de las leyes que protegen a los océanos. Las innovaciones tecnológicas y las mejoras en los aparejos de pesca, que han incrementado la capacidad pesquera de los buques, unidas el constante incremento de la demanda, han puesto en riesgo de sobreexplotación a numerosas especies con interés económico, a las que se suman las especies no objetivo que también son capturadas.

El aporte de datos fiables por parte de estos profesionales permite establecer modelos de explotación y conservación fundamentados en el conocimiento científico. Además, sus reportes garantizan la legalidad del producto una vez finalizado el embarque.

Eva nos explica que se trata de una profesión que se desempeña mayoritariamente de forma individual, a bordo de los buques con pabellón extranjero o desplazándose diariamente a las granjas en el mar, situadas en país de diferente nacionalidad al observador. Incluso regiones tan extremas como la Antártida son de los lugares que requieren del ojo de un observador.

Su profesión también incluye los servicios de: Asesoramiento en legislación pesquera; Monitorización de granjas y buques para el cumplimiento de las leyes ambientales asociadas a cada especie; Vigilancia de las transferencias de cargas entre buques en alta mar; Elaboración de informes técnicos; Reporte de las infracciones observadas durante la pesca; Monitoreo de los impactos en la fauna causados por la actividad pesquera y su liberación; Seguimiento y mejora de las medidas de mitigación del impacto pesquero. Así nos relata cómo nació su vocación “Mientras estudiaba la carrera de biología, veía todo lo que le estaba sucediendo al planeta, que, como todo, es un puzle con diferentes piezas conectadas. Siendo amante del mar e isleña, me empecé a preocupar por la cantidad de fondos desnudos por los erizos que veía en Tenerife. Así empecé a preguntarme si la pesca, y lo que cada uno decidimos comprar en el supermercado, tenía impacto en los fondos marinos. Tras estar por primera vez en un barco de pesca de camarón en el sur de la isla, decidí que la pesca sostenible sería una de mis apuestas para poder seguir sumergiéndome en un mar con vida”.

Además de la vertiente científica, sus conocimientos le permiten concienciar a las tripulaciones sobre los impactos indeseados que pudieran generar las malas prácticas pesqueras. Nos insiste en la importancia de la compra responsable de pescado y la conveniencia de revisar su etiquetado. El papel que desempeña el consumidor a la hora de elegir y demandar productos que provengan de pesca legal y sostenible es clave, así como el ejercicio de su derecho a verificar su trazabilidad. Los consumidores son los que deciden qué se pescará en unos años por lo que compran hoy. Nos recomienda la iniciativa https://pescatenerife.com/pesca-artesanal-tenerife

La Cámara de Comercio, en colaboración con el Área de Desarrollo Sostenible y Lucha Contra el Cambio Climático del Cabildo de Tenerife, conscientes de la relevancia que tiene para la isla la puesta en marcha de actividades en estos ámbitos de la economía.