Remontada incompleta del Tenerife en El Alcoraz

El Tenerife, superior en casi todas las fases al Huesca, consigue sumar un punto que le sirve para acercarse a la permanencia. Waldo neutraliza en la segunda parte el tanto del local Obeng.

Marc Mateu y Mellot.

Marc Mateu y Mellot. / LaLiga

Julio Ruiz

Julio Ruiz

Tenerife y Huesca, dos equipos atados al empate, acabaron así, con un punto cada uno para continuar de la mano hacia una permanencia que todavía no es matemática. Por juego y ocasiones, el botín debió saberle a poco al equipo blanquiazul. Fue superior en la primera parte y, sobre todo, en una segunda en la que consiguió neutralizar, con un tanto de Waldo Rubio (57’), la ventaja que habían adquirido los locales gracias a un gol anotado por Obeng en su primer remate a puerta, pasada por poco la media hora.

Los de Ramis merecieron remontar, pero no hay manera, se quedaron a medias. Llevan toda la temporada sin poder darle la vuelta a un resultado en contra. Y tampoco lograron mejorar demasiado su producción a domicilio. Son el cuarto peor visitante de la Liga. No han pasado de los dos triunfos.

Y eso que el equipo no entró nada mal a El Alcoraz. Sin llegar a tener un dominio absoluto ni pisar el área con frecuencia, de entrada sí fue mejor a un Huesca al que le costó coger su sitio. Los tinerfeños salieron más decididos, dispuestos a ser prácticos, a no enredarse con el balón. Más que aplicar un fútbol directo, avanzaban con las paradas justas. Los laterales hacían el campo ancho y el balón iba de un lado a otro con pases diagonales, tratando de sorprender. A todo esto, Waldo por la izquierda y Romero por la derecha ponían el toque de improvisación. Y Gallego esperaba. Tuvo paciencia hasta que pudo conectar el primer remate, estirando la pierna lo justo para desviar hacia la portería un centro de Iván Romero. Andrés, el guardameta local, reaccionó a tiempo (20’). El ariete, en el regreso al campo del club con el que debutó en Primera, cogió carrerilla y repitió a continuación con un disparo raso desde fuera del área, esta vez sin que el portero tuviera que intervenir. Estas dos ocasiones sirvieron para confirmar que el Tenerife iba creciendo. Solo le faltaba algo de precisión y la pegada que sí le acompañó la jornada anterior en la goleada al Ibiza. Las señales eran prometedoras.

Pero el Huesca también tenía algo que decir. El de Ziganda no es un equipo que destaque por su posesión ni por su volumen de tiros a puerta. Más bien es al contrario. No necesita genera mucho para anotar, tal como pasó esta vez. Se adelantó en su primer intento. Lo hizo con un cabezazo de Obeng pleno de potencia. Tanta, que Sergio quedó pequeño en el salto. Puede que la defensa pecara de falta de intensidad en una jugada en la que el balón pasó de un costado al otro y terminó con un centro de Ratiu que cazó el nigeriano por alto. Máxima efectividad local y revés para un Tenerife que tenía, y mantiene, la asignatura pendiente de remontar un resultado.

Precisamente, la pegada del Huesca fue la principal carencia de su oponente durante casi todo el encuentro. El siguiente paso fue superar el golpe del 1-0. Unos instantes de desconcierto fueron suficientes. Nada relevante. El equipo no tardó en seguir a lo suyo, esta vez con la necesidad de marcar para no perder. La pega fue que la insistencia no se tradujo en eficacia ante la portería. No lo tuvo Borja en un forzado mano a mano con Andrés, tras un medido centro de Enric. Garcés, casi sin ángulo, no ajustó lo suficiente (37’). De camino al descanso fue Soriano quien dejó las cosas en su sitio atrapando un peligroso chut de Obeng.

Así se consumió un primer tiempo en el que el Tenerife cargó con otro problema, la coincidencia de tener a los dos centrales, Sergio y León, con tarjeta amarilla. Ramis no se lo pensó dos veces y los sustituyó en el intermedio. Sipcic y Salas, al campo. La cuestión fue que ese giro no le vino nada mal al Tenerife. Tuvo más contundencia atrás y apenas sufrió, salvo en un tramo final más abierto en el que pudo marcar cualquiera. Y en la fase ofensiva, generó ocasiones de gol de todo tipo.

Con remate al poco de la reanudación, Waldo se encargó de avisar que el Tenerife no iba a rendirse. No le salió nada bien, pero al menos consiguió marcar el terreno. De hecho, de la advertencia pasó al gol. La jugada del 1-1 nació en las botas de Mellot. El francés levantó la cabeza y le puso un pase preciso a Garcés, que supo esperar la llegada en carrera de Waldo. El extremeño irrumpió en el área y elevó a cinco su cuenta de goles en este curso. Andrés se estiró pero no pudo desviar el tiro raso. Con más de media hora por delante y el Huesca perdido en el campo, al Tenerife solo le quedaba insistir, esperar su momento.

El tramo posterior fue una invitación a la remontada. Los locales fallaban en los controles y propiciaban contragolpes, como el que regaló Blasco y decidió finalizar Garcés, sin suerte, tras recuperar y recorrer casi todo el campo local.

Fue la última acción del delantero, que fue sustituido en el 70’ por Mo Dauda, de vuelta a la competición dos meses después.

Quitando una ocasión puntual del Huesca, un cabezazo de Florian libre de marca, en un saque de esquina, la propuesta ofensiva siguió siendo tinerfeña. Gallego puso a prueba a Andrés –el mejor de los aragoneses– tras una conexión entre Nacho y Dauda (77’); a Nacho le faltó muy poco para firmar un golazo con una volea diseñada en la pizarra de Ramis, a raíz de un córner lanzado por Álex Corredera (80’)... El Tenerife rozó el segundo gol más de una vez, dando la sensación de que, seguramente, estaba perdonando a un Huesca que, una vez pasado el chaparrón, se aferró a los últimos minutos para darle un vuelco al guion. En esa fase, el encuentro tendió a la ruptura y los de Ziganda volvieron a aparecer en el área tinerfeña. Ignasi cabeceó alto en el 84’ y Obeng remató mal en el 86’ antes de que el delantero nigeriano colara el balón en la meta de Soriano, con una acrobática chilena, ya en el 90’. La celebración no duró mucho. El asistente había levantado la bandera por un fuera de juego que no ofreció dudas en la repetición.

En ese intercambio, la última ocasión llevó el sello de Mellot. En otro partido de los suyos, completo atrás y con presencia ofensiva, enganchó un potente disparo desde la frontal del área. El balón miró de cerca el larguero, rumbo a la grada del estadio El Alcoraz.

Sin margen para más, el Tenerife tuvo que resignarse a dejar para otro día la suma de dos puntos a los que nunca renunció. Ya había asegurado Ramis, en la rueda de prensa en la que anunció su decisión de no continuar en el club, que el equipo no se iba a relajar. Con más o menos acierto, no bajó nunca la guardia. Pero se quedó con una remontada incompleta.

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