eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Clasificación en pausa para el CD Tenerife

El Tenerife pierde su sexto partido en casa, ante un Málaga superior, y debe esperar para garantizar su acceso a las eliminatorias de ascenso l> A falta de los partidos con el Eibar y el Cartagena, necesita sumar un punto más

Acción ofensiva del Tenerife con Mario y Enric Gallego entre Genaro,Escassi y Peybernes. Andrés Gutiérrez

El Tenerife falló en su primera oportunidad para asegurarse de manera matemática su presencia en el playoff de ascenso. Le faltaba un punto –le sigue faltando, sin depender de otros resultados– y no lo consiguió. Quizás en Ipurua el próximo sábado, o ya en la última jornada, contra el Cartagena.

Perdió en el Heliodoro frente a un Málaga muy necesitado para alejarse de los puestos de descenso –ya parece que tiene la salvación encarrilada–, y lo hizo ofreciendo rendimientos colectivos y, en algunos casos, individuales, desconcertantes. El mismo equipo que bate récords por su producción a domicilio, deja algunas dudas por su trayectoria en casa. Ya son seis derrotas en campo propio en Liga –más la de Copa del Rey con el Eibar–; muchas para un aspirante al ascenso. Mirandés, Eibar, Las Palmas, Valladolid, Almería y, ayer, Málaga, dejaron a cero al representativo en el Rodríguez López. Otra manera de analizarlo: solo ganó uno de sus últimos encuentros en la Isla, al Fuenlabrada.

Con todo esto, el Tenerife sigue siendo cuarto: lleva ahí más de media Liga. Ayer se le escapó de manera definitiva el tren del ascenso directo, pero acabará metiéndose en la promoción. Ahora bien, es normal que las incógnitas que surgen por actuaciones como las de ayer, se trasladen a las eliminatorias. Seguramente, en el momento definitivo necesitará algo más que su fiabilidad a domicilio.

Porque el Tenerife no cayó ayer por mala suerte o de manera injusta. El Málaga, con dos goles tempraneros en cada parte, decantó el duelo con cierta autoridad. Más de la esperada por tratarse de un enfrentamiento entre un equipo que piensa en subir a Primera y otro angustiado por la amenaza del descenso. Lo cierto es que el conjunto andaluz no se comportó como tal. Y el tinerfeño tampoco se ajustó a lo previsto.

La puesta en escena fue prometedora. El Tenerife no entró mal. Suelto, tocando rápido, abriendo el campo, ejerciendo una presión alta, dispuesto a encarrilar pronto el partido... Señales reconocibles que le habían dado resultado otras tardes. Delante, un Málaga que no se había presentado en el Heliodoro con la idea fija de encerrarse para amarrar un punto. Un equipo grande en una situación comprometida menos atenazado por sus problemas clasificatorios de lo que se podía pensar. En definitiva, un arranque controlado por un equipo local al que solo le faltaba una pizca de precisión en las cercanías del área contraria.

Pero el primer remate a puerta del Málaga agitó de manera inesperada el desarrollo inicial. Ismael Casas, que ya había avisado por el carril derecho, metió un centro, sin apenas oposición que cazó por alto Vadillo, igualmente demasiado cómodo y sin que Dani Hernández –debutante ayer en esta Liga por la baja de Soriano– se animara a anticiparse. 0-1 en el minuto 7. Una fría respuesta defensiva –no solo de los de atrás; Mollejo tampoco ajustó la presión en su banda– y la demostración de que el Málaga tenía argumentos para poner en problemas al Tenerife.

El tanto descolocó al conjunto blanquiazul y llenó de confianza a su oponente, que aprovechó el momento para estirarse. Brandon, de cabeza, remató al larguero en una acción invalidada por el árbitro a consecuencia de un fuera de juego del atacante (10’). De repente, el partido que iba a cerrar la clasificación para la promoción se empezó a torcer por el resultado y por la tibia reacción de un Tenerife al que le costó que se jugara a lo que le convenía. Ya no le bastaba con presionar, robar y golpear –tampoco es que llegara a ponerlo en práctica–. Ya estaba obligado a llevar la iniciativa, a remontar. No es lo suyo. Sus primeros pasos fueron algo torpes. Buscó profundidad por el costado derecho, con un enchufado Mellot y un par de acciones de Elady, una buena y otra mal finalizada. Así, a trompicones y con poca claridad, el Tenerife logró conectar su primer remate. En el 21’, Mollejo recibió un centro desde el lado izquierdo, pero disparó demasiado alto, cerca del borde del área pequeña, justo antes de que Gallego pidiera penalti por un agarrón. No se pitó.

Mellot fue el siguiente en probar fortuna. Su volea desde fuera del área salió desviada (25’).

Pequeños brotes que se quedaban en nada, comparados con la evolución de un Málaga que, como el Valladolid o el Zaragoza en otros partidos en el Heliodoro, atacaba con muchos efectivos y dejaba una sensación inquietante. Los desajustes en la presión parecían ser uno de los problemas.

A falta de fluidez, el Tenerife necesitaba un impulso, subirse a una ola de frecuencia ofensiva para tratar de empatar antes del descanso. Pero su oponente, tirando de oficio, sabía enfriar el juego cuando le interesaba. No era un rival desquiciado por verse tan abajo en la tabla. No se descomponía.

La cuestión es que el Tenerife le ponía las cosas fáciles. No existían conexiones por dentro y la fórmula de los contragolpes era nula. Quedaba la alternativa del balón parado, y de este modo, Enric Gallego puso a prueba a Dani Martín, que tapó un potente remate en el pico del área pequeña en el 45’.

El encuentro pedía a gritos algún movimiento de piezas, y Ramis no dejó pasar más tiempo. Tras el descanso, Andrés por Mario. Más balón en la mediapunta.

Pero el Tenerife no llegó a probar el efecto. Tras una pérdida de Mellot, el Málaga activó una transición con valor gol. Dani despejó un claro remate de Vadillo, pero no pudo hacer nada para detener el posterior tiro de Febas (0-2). La desventaja ya era considerable, pero el Tenerife tenía margen por delante para sumar, al menos, el punto que le faltaba para garantizar su clasificación para el playoff.

La afición decidió entrar en juego y llegó a pitar al equipo para que reaccionara de alguna manera. Pero este Tenerife necesita estar muy fino para ser competitivo, y ayer se movió con poco orden. Le quedaba intentarlo a la fuerza, metiendo en su área a un Málaga al que se le habían simplificado los procedimientos: proteger el 0-2. A base de empujones, Gallego cabeceó alto en el 54. Pero el intercambio de golpes era descorazonador: a continuación, un balón al palo lanzado por Vadillo (55’). Los visitantes desarmaban con cada jugada de ataque a un Tenerife sin la solidez que le había permitido crecer a lo largo de la temporada.

Ya en el 56’, Ramis pulsó tres botones de golpe: Shaq, Nahuel y Míchel por Mellot, Elady y Aitor. La apuesta, a la desesperada, sirvió para que el Tenerife mejorara en velocidad y precisión. El estadio leyó el momento y se sumó, apretando más. Era ahora o nunca. Y fue nunca, porque el impulso añadido no fue suficiente. El Málaga se puso en modo sufridor y también salió adelante; desesperó a los blanquiazules con puntuales pérdidas de tiempo, alguna discusión... Todo, a su conveniencia.

Con un Shaq Moore desequilibrante –espectacular remate a la escuadra que sacó Dani, en el 62’– y un Míchel inspirado, el Tenerife creyó por momentos en la remontada, pero poco a poco se fue apagando y volvió a estancarse. Ni siquiera Mollejo, en un mano a mano con el portero (88’), supo meterle emoción al tramo final.

No hay manera de enlazar tres triunfos en Liga (van ocho intentos). Otro pinchazo en casa que deja en pausa la clasificación para el playoff. Solo le falta un punto.

Compartir el artículo

stats