Entrevista | Yves de Villegas Ingeniero de caminos y escritor / Autor de de ‘La salamandra desnuda’

Yves de Villegas: «Hacer viajar a una persona a través de las páginas de un libro es una locura»

Es ingeniero, conoce Asia como la palma de su mano y está casado con la escritora Susanna Isern. Yves de Villegas (Santander, 1972) no es un novato en el universo de la creación literaria, pero nunca antes había sobrepasado unos límites que cruza de lleno con ‘La salamandra desnuda’ (NdeNovela), un proyecto con un generosa carga erótica y en el que retrata a la temible Yakuza (mafia) japonesa.

Yves de Villegas

Yves de Villegas / ED

Esto no tiene nada que ver con lo que hizo antes...

No, nada... Es como comparar el día y la noche [sonríe]. Mis dos libros anteriores eran para jóvenes, éste no. La salamandra desnuda llevaba unos cuantos años dentro de mi cabeza y en él he volcado un montón de conocimientos de la cultura socio japonesa. Es una trama oscura que empieza en unos baños públicos de Kioto.

¿Sí, tiene pinta que no es para un público infantil?

No, no lo es [ja,ja,ja]... Alice es una occidental que conoce a una seductora mujer japonesa tatuada... Eso es algo que en ese país sólo está reservado a los miembros de la Yakuza. El arranque del libro es suave y erótico, pero se va transformando a medida que la mafia toma el control. De alguna manera cambia la relación que las mujeres mantienen y todo deriva hacia un escenario que encajaría en un guion al estilo de Con la muerte en los talones.

Al final ha rentabilizado muy bien los años vividos en Asia, ¿no?

Los he exprimido bastante bien [Yves de Villegas trabajó durante mucho tiempo como responsable de exportaciones de bienes de equipo]... Me dedicaba a la compra de maquinaría industrial en países asiáticos financiada con fondos españoles. Pasé unos cuantos años en China, India, Japón, Tailandia...

¿Vender máquinas a países que presumen de tener un elevado desarrollo industrial no debe ser nada sencillo?

Hacer ese tipo de operaciones en Singapur, Taiwan o en muchas ciudades japonesas no era nada fácil, pero Asia es muy grande y cuando se cierra una oportunidad en un sitio se abre otra vía en Bangladesh, Nueva Delhi o Bangkok... Si lo que quieres es hacer negocio con un chino tienes que conocer cómo vive, por lo menos acercarte todo lo que puedas a su forma de pensar. Ya le adelanto que algo así no es fácil de lograr. Tuve que hacer muchas preguntas para tratar de descifrar su mente... Algunas de las cosas que aprendí están en la novela y fue lo que hizo que se lo dedicara a dos de mis jefes en la patronal china, ambos ya fallecidos, y a una agente con la que cerré varios negocios en Vietnam, que tampoco vive...

¿Vivió la pandemia allí?

No, cuando estalló la crisis sanitaria en China ya me había vuelto a España. Ahora soy profesor universitario...

¿Un profesor con vocación de escritor?

O de contador de historias [pausa ]. Me encanta leer y en casa siempre ha habido una buena relación con la literatura [su esposa es autora de más de un centenar de títulos orientados al público infantil]. Hace más de 20 años que tenía en el punto de mira contar una historia de este perfil.

¿La tenía entre ceja y ceja?

Sí, más o menos. Entonces ya tenía claro que quería contar en un thriller las sorpresas que me fui cruzando en el camino en mis viajes de trabajo. Sabía que todo debía ser oscuro y que sólo me faltaba organizarlo, también algo de tiempo para escribirlo.

¿Todo era una cuestión de tiempo?

Es algo importante cuando tienes muchas ganas de escribir algo que te ha causado cierto asombro... Si una historia se encasquilla en tu cabeza hay que buscar tiempo para escribirla.

¿Cuáles son sus sensaciones?

Hay una sensación de diversión y de expectación. La gente que ha leído La salamandra desnuda (NdeNovela) me cuenta que ha encontrado una especie de ventana abierta de par en par a una cultura desconocida.

¿Hay planes de regresar a la literatura infantil?

Creo que toca seguir mi camino en el mundo de la literatura para adultos sin dejar de lado que pueda hacer algo más específico para un público infantil... Me gustan los dos terrenos, pero yo no soy un escritor profesional, por lo menos, hasta ahora.

Una vez dentro del territorio de la mafia japonesa parece más complicado regresar a un escenario algo más juvenil...

No crea [vuelve a reír]... El tema juvenil me tira mucho y en casa hay argumentos de sobra para seguir muy cerca de ese género literario.

¿A pesar de apuntar que «por ahora no se siente un escritor profesional», no sé si en sus planes está quedarse en este oficio?

Si lo analizamos como un posible proyecto de vida sería lo mejor que me podría pasar, pero este mundo es difícil. Encontrar un hueco en medio de la avalancha de libros que salen cada año es un sueño complicado. Ahora sólo escribo para sacar algo que está dentro de mí, no como una vía para solucionar mi economía... He aprendido a disfrutar escribiendo y la idea es seguir contando este tipo de historias sin presión. Si suena la flauta, mejor, pero lo importante es tener algo que contar a los demás. Hacer viajar a una persona a través de las páginas de un libro es una locura.

Hay escritores que afirman que los problemas aparecen cuando pierdes la capacidad de disfrutar el proceso creativo.

Puede ser, pero yo no percibo aún esa presión. Ojalá la pueda sentir algún día porque eso significaría que estaría cumpliendo un sueño. La sensación de que te digan «nos ha gustado, queremos más» tiene que ser algo maravilloso.

¿Véndanos el libro?

Es una historia en la que a la protagonista le empiezan a pasar cosas raras y peligrosas, una novela donde la cultura japonesa lo inunda todo: el honor, la tradición, la sensualidad, la Yakuza (mafia), el erotismo, el universo LGTBI... Los negocios se cierran en los ryokanes [lugares de retiro o apartados de las grandes urbes] y el riesgo no deja de crecer hasta que explota una historia repleta de misterio. Soy un gran aficionado a Michel Houellebecq y Ferdinand Célice... Ésa es una buena pista para lo que les espera a los lectores.