la soledad de las islas (I)

La soledad de las islas

Los incendios en Rodas, Corfú, Maui o Tenerife, un triste ejemplo del aislamiento insular

Bomberos, a mediados de agosto, durante las tareas de extinción del incendio de Tenerife. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Bomberos, a mediados de agosto, durante las tareas de extinción del incendio de Tenerife. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ / dulce xerach pérez

Este verano de incendios hemos sido testigos de la soledad infinita que sentimos los habitantes de las islas del mundo frente al fuego. Ardieron las islas griegas de Rodas y Corfú, la isla hawaiana Maui y la isla de Tenerife.

El devastador incendio de Rodas quemó la naturaleza y numerosas casas de la ciudad sureña de Kiotari entre temperaturas de 45 grados centígrados, dejando tres muertos. En Corfú, el fuego avanzó incluso durante las noches, con temperaturas de 40 grados, murieron cinco personas y cientos de casas ardieron. En Maui el fuego, alimentado por una sequía pronunciada, altas temperaturas y una tormenta huracanada con rachas de 100 kilómetros por hora, avanzó por la naturaleza y la ciudad de Lahaina, dejando un centenar largo de muertos.

El incendio de Tenerife, el peor de España este año, el más devastador de la isla en décadas, acabó sin víctimas ni daños materiales. Un milagro. Sufrimos una tormenta perfecta: En medio de la peregrinación a la fiesta patronal más importante de la isla, altas temperaturas, años de sequía, bosques repletos de combustible tras no haber sufrido fuegos en décadas, escarpados barrancos, y una desordenada ordenación territorial…

Tras el fuego, un breve alivio, luego el silencio y la soledad

Cuando los fuegos de todas estas islas quedaron bajo control en todas ellas sentimos primero alivio, luego un doloroso silencio al contemplar la ausencia total de vida en las zonas afectadas.

Ahora la soledad nos envuelve. Los insulares sabemos mucho de aislamiento, sabemos que no vendrán soluciones de fuera, que estamos solos para enfrentar la devastación, comenzar a rehacer, replantar…

Por muchos análisis que existan, los países cuando generan su política de aguas, su política forestal, su política de seguridad, su política urbana, etc. lo hacen para la generalidad y nunca entran en las peculiaridades de los territorios más pequeños de un Estado, las islas.

En Canarias sabemos que solo nosotros, los equipos cada vez mejor preparados que tenemos, y agricultores, ganaderos, etc., replantaremos recuperaremos nuestra biodiversidad, y asumiremos un mejor cuidado del campo.

En todas las islas mencionadas se ha puesto de manifiesto la poca preparación de esos espacios de arquitectura dispersa y zonas urbanas que limitan con el monte.

No es justo cargar a los agricultores con la tarea de cuidar el campo. En Tenerife, durante los días del incendio escuchamos decir repetidamente que hay que cuidar más el campo, que las personas que tienen un terreno agrícola tienen que limpiarlo y atenderlo, y similares reflexiones.

Sin embargo creo que cargar solo a los agricultores y pequeños propietarios rurales sería una injusticia. Además el campo en Tenerife en medianías, está lleno de pequeños propietarios que heredaron pequeñísimos terrenos imposibles de cuidar adecuadamente en solitario.

Cuidar el campo es cosa de todos

Canarias ha demostrado que en materia de seguridad y emergencias y en materia de incendios forestales está a años luz de Corfú, Rodas y Maui. La gestión del incendio fue muy buena, pero ahora toca dar un paso más: cuidar el campo es cosa de todos y por lo tanto requiere una política pública que hoy por hoy no tenemos; una política de cuidado del campo que íntimamente ligada a la arquitectura, al uso de materiales locales fuertes y duraderos que podrían ser protectores casi naturales de esos límites hoy difusos, política de limpieza y mejora del campo. Una política del paisaje integral del encuentro entre zonas verdes y rurales de las islas. Una política que no abandone esas zonas de interfaz, que planifique - como hacen los italianos con cada detalle de la Toscana, a modo de ejemplo- el encuentro entre lo urbano, lo agrícola y lo forestal incluyendo como estrategia la recuperación de nuestra biodiversidad.

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