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Descolonizar a Miranda Junco

‘Cartas de la Guinea’ vincula la experiencia africana de Agustín Miranda Junco con el anhelo imperial de la España franquista

Representación alegórica del cultivo de plátano en la Guinea española reproducida por el ‘Manual del agricultor en Fernando Poo’ (1928), de Joaquín Rodríguez Barrera. | | ELD

Recordar el pasado comporta ciertos riesgos cuando la balanza se desequilibra en nuestra contra. Pese a ello, es importante desempolvar la memoria, remover y revisar sus restos para ver, desde la distancia histórica que separa los hechos, la realidad que marca un devenir no exento de los grandes prejuicios que lo hicieron posible.

Agustín Miranda Junco nace en Las Palmas de Gran Canaria en 1910, donde manifiesta un gusto precoz por la literatura. De hecho, sin alcanzar la mayoría de edad asume los planteamientos vanguardistas, despuntando como poeta y escritor asiduo a los principales círculos intelectuales de las Islas. En los convulsos años treinta se traslada a Madrid, donde se doctora en leyes, se convierte en colaborador habitual de Revista de Occidente y se afilia a Acción Popular, con quien concurre a las elecciones generales de 1936 como candidato por Las Palmas. Al estallar la Guerra Civil se suma al bando golpista y es nombrado secretario general de la Guinea española entre 1937 y 1939. Como fruto de su estancia en la colonia publica en 1940 Cartas de la Guinea, libro en el que vincula su experiencia africana con el anhelo imperial de aquella España franquista.

Esta es la razón por la que volver a publicar esta obra hoy implica descolonizar a Miranda, es decir, poner el foco de análisis en la ruindad celosamente escondida tras una de las mayores aberraciones que ha conocido la humanidad. Me refiero, obviamente, a los males derivados de la moderna expansión europea, que ha sido disfrazada con explicaciones y eufemismos que en nada se han compadecido de tal realidad. Así sucede en Cartas de la Guinea, donde el colonialismo español en África, sus derivadas y secuelas hacen de elemento molar de una relación entre dos realidades asimétricas. En el estudio crítico que acompaña esta reedición, Roberto Gil Hernández disecciona con descomunal maestría ese pasado que jamás debió haberse producido, arropado por una pléyade de autores con dedicación profunda en campos como la antropología, la política, la historia o la sociología, por citar algunas disciplinas.

Sin embargo, aun cuando Gil Hernández centra su análisis en la fantasía imperial española, desplegada en un minúsculo rincón del continente africano llamado Guinea Ecuatorial, la revisión y conclusiones de su trabajo sobre la obra de Agustín Miranda Junco no se agotan en dicho espacio ni en aquel tiempo. Por el contrario, estas se hacen imperativamente extensibles también a las manifestaciones de un colonialismo histórico soportado por más de media humanidad, el cual ha devenido en una colonialidad que trasciende el fondo de las Cartas de la Guinea, haciendo una denuncia abierta de la bipolaridad que aún jalona las relaciones entre aquellos que ayer fueron colonizadores y sus colonizados.

La pervivencia de ese pasado colonial edificado sobre la primacía racial del capitalismo es el caldo de cultivo de la configuración actual de los problemas mundiales, y ejerce de consecuencia directa de la mayor parte de los conflictos sociales que padecemos. Por ello, no es extraño que se entienda que, en las conclusiones de Gil Hernández, el foco puesto sobre Agustín Miranda Junco no esté tanto en colocarle ante el «tribunal de la verdad», porque, al fin y al cabo, también él es una víctima más de un engranaje estatal diseñado para la dominación.

Además de poner en circulación una utilísima herramienta para transitar las sendas de la investigación crítica, Roberto Gil Hernández parte de la reconfiguración política y social que atravesamos, marcada por relaciones de explotación, dominación y conflictos enraizados en la etapa colonial, presentando con la agudeza de sus análisis y su enorme potencia creativa «la falta en ser que atraviesa la forma en que experimentamos la diferencia» siempre en pos de avanzar hacia una mayor justicia social.

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