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Canarismos

Lo que no da millo, da soquera

LUIS RIVERO

«Millo» es voz que parece tener origen en el occidente peninsular [es probable que del portugués, milho (?)] y es como en Canarias se conoce el maíz, y se usa tanto para denominar la planta como el grano que produce. Esta gramínea de origen americano comenzó a cultivarse en las islas a finales del siglo XVI. Una vez florecida, de los nudos de las hojas brotan las piñas o ‘mazorcas’ forradas con camisas (hojas o vaina que envuelve la piña). Se cultiva en tierras de regadío en medianías y costa y se obtienen dos cosechas anuales; una por junio («ya pa(ra) San Juan hay piñas para asar en las fogaleras»); y otra por diciembre. Dependiendo de la espesura de la siembra se obtendrán resultados diferentes. Si se pretende una cosecha de grano, debe plantarse separado, con espacio suficiente para que las plantas produzcan piñas; si por el contrario se quiere para forraje, puede dejarse menos espacio entre planta y planta. De la piña, una vez descamisada y desgranada, se obtiene el millo que tostado y molido se convierte en gofio (harina de maíz muy fina); o bien el frangollo (millo molido sin tostar) o el cochafisco (grano tostado sin moler). Pero la piña es también un componente muy apreciado en diversos platos de la gastronomía isleña, como son los potajes, el puchero, el caldo de millo o las costillas con papas. Cuando la camisa de la piña empieza a amarillear y a secarse y a endurecerse el grano, es el momento de la recolección (al menos que se cojan tiernas para consumir en potajes y otros platos). Recogida la cosecha de piñas, se dejan secar al sol con sus camisas. Tradicionalmente se aprovechaban también las camisas (al descamisar) para el relleno de colchones y hasta los carozos (corazón de la piña una vez desgranada) que se usaban para alimentar el fuego del fogal.

La «soquera» (o «zoquera») [voz que deriva probablemente del portugués, soqueira: ‘conjunto de raíces de cañas y otras plantas después de cortadas’] es el nombre empleado en Canarias para referirse al resto de la planta: hojas y tallo o caña del millo que, una vez cogidas las piñas, se siegan y se dejan secar para pasto. [Al tallo verde y tierno se le llama también «chupo», que antaño era considerado una golosina por el jugo azucarado que se extrae de estos al chuparlos, de ahí su nombre]. De manera que de la planta del millo se obtiene la piña que, entera o desgranada, se destina al consumo humano, principalmente, mientras que el resto de la planta, la «soquera», se usa como forraje para los animales. El registro se construye sobre estos dos vocablos clave: «millo» y «soquera» que se contraponen en cuanto a su utilidad y al mismo tiempo se complementan. En el recurso a esta metáfora se reconoce la impronta cultural campesina propia de buena parte de los dichos tradicionales del español de Canarias. Y esto explica la literalidad de la expresión: «lo que no da millo, da soquera» que en sentido más amplio y figurado quiere decir que lo que no sirve para una cosa, sirve para otra. Dicho de otro modo, como mismo de la planta del millo se aprovecha todo y no se desperdicia nada, también en la vida todo tiene su utilidad y el que no (o lo que no) vale para una cosa, vale para otra. En este razonamiento gravita la idea de escasez/provecho/ahorro que subyace en la mentalidad del hombre del campo ligado al medio de vida y producción, la agricultura y ganadería tradicionales, herederas de una economía local de subsistencia y de todo un sistema de creencias que ha sobrevivido al paso de los siglos. Lo que en definitiva se traduce en un simple principio utilitario, según el cual, «no se bota nada porque para algo servirá». Dichos afines lo expresan de similar manera: «lo que no da viga, da solera» [la «solera» es el palo largo que, al aventar, se atraviesa en la era para separar el trigo de la paja]; o «lo que no va para la era, va para el tofio» [el «tofio» es un recipiente de barro terminado en punta acanalada y que se utiliza para el ordeño del ganado]. En definitiva, tanto lo que se cultiva o produce, como lo que se hace en la vida, todo tiene su provecho y funcionalidad, y si no es para una cosa, sirve para otra.

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